El dinero de la Alhambra ya sí se queda en Granada
Con el plan aprobado en 2020 tras décadas de peticiones incumplidas, ya se han invertido 20 millones de las entradas del monumento en el patrimonio granadino
El Ayuntamiento, que ahora gobierna el PSOE, es el principal beneficiado del plan para poder afrontar los proyectos
La Alhambra forma parte de la identidad misma de Granada. Que el dinero que genera la Alhambra se quede en Granada es un mantra histórico para los granadinos desde el inicio de la España de las autonomías. Su gestión, en manos de la Junta de Andalucía, siempre ha tenido, de hecho, una sombra de sospecha. En ocasiones infundada en base al populismo o el localismo simplón, en otras con todo argumento, como se pudo apreciar tras el ‘caso audioguías’ que embarró a la anterior cúpula directiva del Patronato bajo mandato socialista, todavía pendiente de juicio.
Con todo, la fortaleza nazarí es el principal motor económico de la provincia y uno de los más relevantes de Andalucía. Solo en la venta de entradas, antes de la Covid, en 2019, alcanzaba los 30 millones de euros en ingresos. Con toda la lógica, la fortaleza lleva años llevándose el mimo institucional que una buena parte del patrimonio granadino nunca ha recibido. Siglos de historia, fuera de los terrenos de la colina roja, normalmente sepultados por el desconocimiento o la dejadez política. Desde el legado árabe al cristiano, pasando por algunos enclaves más contemporáneos, pero a los que la falta de financiación o mantenimiento dio achaques muy pronto.
El Plan Alhambra, aprobado en 2020 tras la llegada al Gobierno del PP, venía a dar solución al conflicto y al reto que suponía acabar con ese mantra. La jugada, sencilla. El remanente del Patronato del monumento cedió más de 20 millones de euros directamente a las instituciones de la ciudad que gestionaban a duras penas ese patrimonio olvidado. Hasta una veintena de obras, estudios informativos, licitaciones y demás gestiones en lugares fundamentales para entender la historia de la ciudad, llevan en los dos últimos años llevándose a cabo.
Algunas terminaron muy pronto, como fue el acueducto del Carmen de los Mártires, uno de los emplazamientos más destacados del entorno de la Alhambra. Otros, por el momento, siguen sin concretarse, como es el caso de los tramos de la muralla zirí, que vendría a cubrir casi dos kilómetros de paseo por el Albaicín, y que acoge casi un tercio de lo presupuestado en el Plan, con una partida de cuatro millones de euros. El caso es andar, diría Machado.
El reparto de esos 20 millones favoreció directamente al Ayuntamiento, con casi 15 millones de inversión, pero también a la Archidiócesis, con 2.151.122 millones, y la Fundación Abadía del Sacromonte 1,1 millones de euros, respectivamente. La evolución de los proyectos, sobre todo en las últimas dos instituciones, con, eso sí, obras menos ambiciosas entre manos, sigue su curso a un ritmo cada vez mayor.
Avances con polémica
Durante este tiempo, el principal problema para el Plan Alhambra ha sido precisamente el conocimiento del mismo. En gran parte por las polémicas entre Junta y Ayuntamiento desde la entrada al gobierno del PSOE, con el alcalde Paco Cuenca a la cabeza, que hasta poco tiempo siquiera nombraba la fuente de ingresos para llevar a cabo los proyectos.
Pero más allá de las declaraciones cruzadas entre una y otra institución, la cuestión es que la mayoría de obras se encuentra en licitación, cuando no a punto de finalizar sus obras.
Es el caso del Lavadero del Sol, con una partida de 175.000 euros para rehabilitar una de las mejores panorámicas de la ciudad y un techado centenario atacado constantemente por el vandalismo, la climatización de la Huerta de San Vicente, la que fuera casa de Lorca y cuyo legado y casa museo se encontraban en peligro desde hace años, o el proyecto de puesta en valor de Casa Ágreda, datada del siglo XVI y cuyo fin, más allá de la necesidad de rehabilitarla antes de que se cayera a pedazos, nunca ha estado del todo claro.
Al Ayuntamiento, cuya crisis política en la primavera de 2021 le ha pasado factura en cuanto a la rapidez administrativa, le quedan aún así decenas de proyectos. La muralla zirí y su paseo lineal, ya citados, por su mera complejidad, ya que vendrían a dar un cambio drástico a una zona escondida actualmente en la ciudad y que aspira a convertirse en uno de los paseos más bellos de Andalucía, están más retrasados.
El mismo caso, aunque sin mención alguna desde hace un año por parte del consistorio granadino, tiene el Carmen del Negro, edificio simbólico del barrio albaicinero y casa del poeta y catedrático Juan Latino, abandonado desde hace décadas y al que le sigue perteneciendo una partida de 2.775.000 millones para hacer allí el archivo histórico municipal. El Albaicín, además, podrá al fin mirar al cielo sin cables ni antenas, otra demanda histórica, gracias a este mismo plan, para el cual se destinaron otros dos millones.
En lo que respecta a los proyectos de la Archidiócesis, las obras avanzan sin problemas. El caso de la iglesia de San Andrés, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura mudéjar en Granada, y cuya responsabilidad de que hasta el momento no fuera condenada al olvido institucional fue obra de la propia cofradía de La Borriquilla en Granada, es un buen ejemplo de la función que está teniendo para la curia: llegar hasta donde de ninguna manera instituciones menores podrían haber llegado. También ocurre con la propia Universidad, que en uno de sus edificios fundamentales, el Hospital Real, está llevando a cabo por fin las obras para resucitarlo, con la restauración del Patio de la Capilla, por poner otro ejemplo.
Se trata, en definitiva, de un proyecto, el Plan Alhambra, que debería dejar una ciudad rejuvenecida en el ámbito patrimonial, pero a la que aún le queda, con todo, otros lugares abandonados. Harían falta de hecho, tres o cuatro planes Alhambra para ello. Esta sería, por el momento, una primera piedra.