La selección y Cataluña
Qué afortunados fuimos los catalanes que pudimos disfrutar de la gran fiesta del fútbol español que se vivió el sábado en Barcelona. El ambiente fue inmejorable. Se vendieron las más de 35.000 entradas que salieron a la venta para el amistoso ante Albania a pesar de que los precios oscilaban entre los 30 y los 70 euros. El himno volvió a sonar 18 años después. Hubo cánticos en homenaje a Andrés Iniesta y a Dani Jarque. Se aclamó a Luis Enrique, al lesionado RDT y hasta al albanés Keidi Bare. La fiesta no paró en ningún momento y los pitos que se escucharon al principio (y que algún locutor de radio exaltado se los atribuyó a que la afición local estaba pitando el himno nacional de Albania) fueron para Salvador Illa en su entrada al palco presidencial. También sufrió pitos Jordi Alba al entrar en el terreno de juego. Cada uno recoge lo que siembra. Dani Olmo se encargó de que la celebración fuera completa y Luis Enrique afirmó que no recordaba un partido como jugador y como seleccionador en el que la afición fuera tan determinante. Los malos de la jornada: el Ayuntamiento de Cornellá y la Generalitat, que se abstuvieron de montar un dispositivo de seguridad como lo hacen cuando el RCD Espanyol juega de local, por lo que los accesos al estadio se convirtieron en un infierno. Hasta los albaneses se aprovecharon del nulo control policial e introdujeron bengalas y petardos en las gradas. Y por otro lado, apagón informativo sobre el evento en los medios de comunicación de habla catalana. Ojalá no tengan que volver a pasar otros 18 años para ver de nuevo a la Roja en Cataluña. SERGIO CARVAJAL BARCELONA