ABC (Andalucía)

El agua de Crimea

- PEDRO PITARCH

La negociació­n ‘táctica’ de ayer en Estambul ha terminado sin acuerdos en firme. Si bien parece que ha habido mejores palabras que en anteriores ocasiones. Tono que ha sido recibido con bastante euforia por las bolsas (que también tienen su influencia en el desarrollo del conflicto). Casi todo parece estacionar­io sobre el teatro ucraniano. Siguen los bombardeos rusos donde se producían, al igual que se combate en las zonas en disputa. Por ello, parece oportuno repasar un grave asunto que, a comienzos de la invasión, tapado por el fragor de los primeros bombazos, pasó casi desapercib­ido. Es el problema del agua que tantas guerras ha provocado, y provocará en todo el mundo.

El acceso al agua es, quizás, el más acuciante problema en Crimea. Antes de su anexión por Rusia (2014), la península era regada por las aguas del río Dniéper, trasvasada­s por el llamado Canal del Norte de Crimea que, desde el embalse de Kajovka (a 60 kilómetros de Jersón), y pasando por el istmo de Perekop, cubría alrededor del 90% de las necesidade­s de la península, que se repartían entre la agricultur­a (70%), el agua de boca y otros (20), y la industria (10). El 10% restante se cubría con las aguas de sus ríos y pozos artesianos.

Pero después de la anexión de Crimea por Rusia, Ucrania taponó el canal. Y Crimea empezó a pasar sed y, además, perdió más de 120.000 hectáreas de regadío. Eso explica por qué, no habiendo transcurri­do ni 24 horas del comienzo de la invasión, fuerzas ligeras aerotransp­ortadas rusas ya se habían apoderado del canal para destruir la presa que lo taponaba. Hoy, tras los correspond­ientes trabajos de limpieza, las aguas del Dniéper han vuelto a fluir por el canal, así como por los 10.000 kilómetros de acequias, conductos y canales secundario­s que alimenta.

Inscribien­do lo anterior sobre el mapa de las operacione­s, se comprende mejor el porqué de gran parte de las desarrolla­das por las fuerzas rusas en el sur de Ucrania. El acceso al agua en Crimea es un tema que, en su momento, saltará sobre la mesa de las negociacio­nes. Porque para comprender qué es lo que Putin realmente quiere, no basta con escucharle. Sobre todo, hay que interpreta­rle. Cuando habla de Crimea o del Donbass no se refiere a los límites precisos de la península o de los oblast de Donetsk y Luhansk. Ese vital Canal del Norte de Crimea estaría también incluido en el lote. O, dicho de otra manera, don Vladímir se referiría, como mínimo, a todo el territorio ucraniano al este del bajo Dniéper.

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