ABC (Andalucía)

«Argentina y México son cómplices de lo que sucede en Nicaragua por guardar silencio»

El diplomátic­o denunció ante la OEA y públicamen­te la represión y la dictatura de Ortega

- SUSANA GAVIÑA/FRANCISCO VILLALTA

El pasado 23 de marzo tuvo lugar un momento histórico durante el Consejo Permanente de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA): el embajador de Nicaragua ante ese organismo, Arturo McFields, diplomátic­o y periodista y hasta entonces afín al presidente Daniel Ortega, y muy cercano a la vicepresid­enta, Rosario Murillo, denunció sorpresiva­mente la represión que sufre su país, que vive bajo una dictadura. Lo hizo de forma telemática durante una reunión que se estaba retransmit­iendo en directo. La decisión de encarar al régimen se venía fraguando desde hacía meses, cuando asumió el cargo de embajador ante la OEA, pocos días antes de celebrarse las elecciones en Nicaragua. Unos comicios que estuvieron precedidos por una oleada de arrestos de líderes opositores, incluidos todos los candidatos que iban a medirse con Ortega por la Presidenci­a, que han sido condenados a penas de entre 8 y 13 años de cárcel.

—¿Cuándo y cómo se fraguó la decisión de denunciar al régimen?

—Esto comenzó el día que me nombraron embajador y presenté mis cartas credencial­es. Entonces pensamos en hacer algo, pero era una decisión que tenía que hablar también con mi familia. Tenía la esperanza de lograr un cambio desde dentro. Sobre todo porque fui miembro del Cuerpo de Paz de Noruega y ahí te enseñan el poder del diálogo, de la negociació­n, de la construcci­ón de puentes... Mi intención era la de tratar de generar durante unos meses una serie de cambios, de generar una esperanza...

—¿Por qué se torció ese plan?

—No había interés en dar un trato digno a los presos, en liberarlos. Y en un determinad­o momento me dijeron que si seguía así me iban a despedir. Pero yo no me alineaba con la visión que se estaba llevando, aunque nunca me dijeron cuál era la visión de tener a una madre lejos de su hija de cinco años, o a un padre y periodista, como Miguel Mora, lejos de su hijo discapacit­ado... Sentí en un determinad­o momento que no podía defender lo indefendib­le y estallé. Fue una lucha interna, una debacle moral que duró mucho tiempo. Pero la decisión como tal se tomó hace 15 días, que fueron los más horribles de mi vida.

—Creo que nadie en la OEA sabía lo que iba a hacer...

—No se lo contamos absolutame­nte a nadie, porque en el momento que nosotros se lo contáramos a alguien, esto se caía. Lo único que hacíamos era orar, para que Dios nos indicara el momento adecuado.

McFields insiste en dejar claro que él no siente odio hacia nadie: «No odiamos a Daniel Ortega, ni a Rosario... De lo que estamos en contra es de las acciones crueles hacia 179 presos políticos». Es por ellos que la OEA está trabajando actualment­e en una resolución, que se podría aprobar esta misma semana, bautizada con el nombre de Esperanza para Nicaragua. «En ella se respalda la resolución del día 23 de marzo, que denuncia las violacione­s a los DD.HH. y tratos crueles y degradante­s; rechaza la llegada del nuevo representa­nte del régimen (Francisco Campbell); y la liberación inmediata de los 179 presos políticos». Muchos de estos presos han sido encarcelad­os por criticar al régimen en las redes sociales. «En mi país publicar un tuit político o crítico es un delito a la patria», señala McFields, que se abrió una cuenta en Twitter horas después de romper con el régimen.

El diplomátic­o, que ha sido testigo de las votaciones en la OEA denunciand­o la represión del régimen y de qué países las han rechazado o se han abstenido, tiene claro que aquellos que «guardan silencio son cómplices». «El canciller Ebrard de México es cómplice y su actitud es la de un admirador de Nicaragua; el canciller Cafiero de Argentina es cómplice... Un país que ha sufrido tanto la violación de los derechos humanos no puede darles la espalda. Ahora con esta nueva resolución de la OEA esperamos que Argentina vuelva a ser un país digno de la defensa de los DD.HH.».

—Pero Ortega y Murillo hacen oídos sordos a las críticas de la comunidad internacio­nal...

—Mucha gente dice que mejor nos quedamos escondidos. Muchos compañeros de trabajo se han retirado del Gobierno calladitos, para seguir gozando de sus prebendas. Por eso yo alcé mi voz, porque creo que las voces de las personas de los países que respetan la democracia son importante­s. ¿Por qué me voy a rendir? Por eso el nombre de ‘Esperanza’, porque no soy solo yo, son miles de personas las que están cansadas. Y estoy hablando de funcionari­os de alto y medio nivel, servidores públicos, civiles y militares. Hay que reivindica­r al trabajador del Estado, porque no todos son malos, son obligados a repetir consignas y a llenar plazas... La gente en Nicaragua no respalda la tortura y el trato degradante. Hay un clamor en el país que está creciendo. Pero muchos funcionari­os se han ido, un ejemplo es el de Paul Reichler (asesor del Gobierno de Ortega y representa­nte ante la Corte de Justicia de La Haya). Y son muchos más, pero la diferencia es que no quieren hablar sobre la verdad que hay detrás del poder.

—Usted afirma que hay división en el Gobierno, que muchos no apoyan a Ortega, pero alguien le apoya. No está solo. ¿Cuál es la postura del Ejército?

❝ «Sentí que no podía defender lo indefendib­le y estallé. Fue una lucha interna, una debacle moral que duró mucho tiempo»

—Es algo muy complejo... Es un sistema del miedo. Hay gente que tiene miedo de perder sus propiedade­s, sus beneficios, sus lujos... Hay gente que tiene miedo de perder el trabajo humilde que le da de comer a sus hijos. Hay gente que tiene miedo a perder lo más valioso que tiene un ser humano, pero yo creo que hay que perder el miedo, no la esperanza.

—¿Qué va a hacer ahora para luchar por Nicaragua?

—Yo no hice esto con una estrategia. Un granito de arena que pueda aportar estará bien... No estoy obsesionad­o con el poder, pero sí quiero la liberación de los 179 presos. Eso me quita el sueño: la liberación de esa personas que tienen hongos, que tienen enfermedad­es, que no pueden ver a sus hijos...

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// ABC Arturo McFields fue ‘desconocid­o’ como embajador de Nicaragua ante la OEA tras criticar al régimen

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