ABC (Andalucía)

La eterna reivindica­ción del bigoleador Morata

► Siempre en el punto de mira, no está dispuesto a perderse el que sería su primer Mundial

- JAVIER ASPRÓN

España, a la que siempre se le acusa de ser poco reconocibl­e, empieza a encontrar a sus ídolos. Incluso aunque a veces toque verlos en el banquillo. No hubo que afinar mucho el oído en Riazor para darse cuenta de qué jugadores de la selección eran los favoritos de los aficionado­s coruñeses. Gavi y Pedri, suplentes de inicio, fueron reclamados una y otra vez hasta que al fin se les pudo ver juntos unos minutos sobre el terreno de juego. La gente quiere juventud y talento.

Fue Morata, sin embargo, el nombre más coreado de la noche por los 28.117 aficionado­s, cifra oficial, que se dieron cita en un Riazor volcado. El único jugador que repetía en el once respecto al partido de Albania quiso demostrar de nuevo que yerran quienes se empeñan en cuestionar su presencia en la selección. Su mal partido en Cornellá, ni un disparo a puerta, quedó aún más en evidencia por lo poco que tardó Ferran en estrenarse al asumir la posición de ‘nueve’. Pero son tantas las veces que se ha levantado Morata después de un golpe que cuesta contarlas. Ante Islandia fue el encargado de desatascar otro partido plagado de las asperezas habituales. Mucho pase y poca profundida­d. Solo la valentía de Soler, al que le sobra esa llegada al área que tanto se le reclama a Pedri, había puesto en aprietos al portero Runarsson.

Morata, el único de los de arriba con la planta suficiente como para pegarse de tú a tú con los defensas nórdicos, rompió la baraja con una acción de bajito, recibiendo, recortando al defensa y colocando el balón de forma hábil en el palo corto. Casi de inmediato, fue el encargado de meter el penalti cometido sobre Olmo para sumar su 25º gol con España, el octavo en el ranking histórico. Fue su sexto doblete con la selección.

Morata aún lleva como una cruz su ausencia en el Mundial de Rusia, donde se quedó fuera de la lista de Julen Lopetegui después de una mala temporada en el Chelsea. Diego Costa, Iago Aspas y Rodrigo Moreno le tomaron la delantera. El tren de Catar no lo quiere perder bajo ninguna circunstan­cia. Llegará allí recién cumplida la treintena, habiendo estrenado capitanía en la selección y sabiendo que igual no tiene otra oportunida­d de jugar y brillar en un Mundial. Pese a las críticas, sabe que cuenta con la confianza de Luis Enrique, que le defendió con fiereza en los peores días de la pasada Eurocopa, cuando los errores del delantero en el debut ante Suecia provocaron una pitada tremenda en La Cartuja que no sentó nada bien dentro de la selección. Pocos días después le llegó la redención en el duelo ante Polonia, y consiguió terminar el torneo como máximo goleador de España después de marcar también ante Croacia, en octavos, y en la semifinal frente a Italia.

A falta de que se pueda cerrar algún amistoso en los días previos al Mundial, cosa difícil por la estrechez de las fechas que se manejan, a España le quedan seis partidos hasta la gran cita de Catar, todos ellos oficiales y correspond­ientes a la fase de clasificac­ión de la Nations League. En realidad, son solo dos listas más antes de la definitiva. Cada vez queda menos margen para convencer a un selecciona­dor que, dicho sea de paso, cada vez tiene más claro también quiénes conforman su núcleo duro.

Morata

«Da igual quién meta los goles; tenemos un gran equipo y hoy ha sido una enorme victoria»

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