Nuevo escenario
Imagino la oferta de Pedro Sánchez en los cómodos sofás de su residencia: consulta y cooperación en todos los asuntos
E Lvolantazo dado por Alberto Núñez Feijóo no sólo a su partido sino a la entera política española consumió todo el espacio de mi ‘postal’ de ayer –‘Gallego y bastante más’–, pero quedan por explicar los efectos colaterales para entender sus posibilidades de éxito o fracaso. Ya el tono con que habló, pausado, sereno, amable, significaba un cambio en la atmósfera crispada que reina en España. Pero el contenido lo supera al convertir el insulto en mano tendida, siempre que se respeten los límites constitucionales. Que fue un éxito lo demuestra que, poco después, La Moncloa concertaba una cita con el nuevo presidente del Partido Popular, al día siguiente de verse con el Rey. Tras haber tenido esperando a Pablo Casado meses. Unas prisas que indican el temor de que se les escape.
Imagino la oferta de Pedro Sánchez en los cómodos sofás de su residencia: consulta y cooperación en todos los asuntos de política nacional e internacional con sólo una condición: que renuncie a la ayuda de la ‘extrema derecha’, esto es, de Vox. Dicho de otra forma: una coalición de gobierno sin ser gobierno de coalición. A primera vista parece una de esas ofertas imposibles de rechazar. Pero en cuanto se escarba un poco, resulta una trampa para elefantes: el nuevo Partido Popular se convertiría en la muleta de Pedro Sánchez una vez que se hubiese deshecho de Unidas Podemos, con quien últimamente choca en todo, aunque sigue su matrimonio de conveniencia. Si Feijóo lo rechaza, demostrará que cuanto ha dicho de abrir puertas y dialogar con todos es una farsa. La forma de no caer en la trampa, sin embargo, es bien fácil: basta con hacer una contraoferta: que Sanchez renuncie por su parte a gobernar con el apoyo no sólo de Podemos, sino también del resto del Frankenstein, desde los independentistas hasta los sucesores de ETA, pasando por quienes buscan convertirse en reinos de Taifas y rechazan la Monarquía.
Lo lógico es que Sánchez rechace la contraoferta, pero en individuos como él, que se salta la palabra dada y los acuerdos firmados como un corredor de vallas, no hay que descartar que lo acepte, con la idea de no cumplirlo. Lo que significa que Feijóo tiene que aprovechar los próximos días para demostrar que él no es Sánchez. Antes de nada, consolidar el partido mezclando veteranos y aprendices que han demostrado lealtad y capadidad, algo en marcha con sus nombramientos de primer y segundo rango. Luego, afianzar el eje Galicia-Andalucía, con Madrid de pivote, para la reconquista de la clase media, sin olvidar la alta y la baja, con el ejemplo como virtud principal. En cuanto a Vox, también es fácil: ¿quiere unirse al proyecto de la gran derecha o combatirlo? La decisión es suya. La responsabilidad de que triunfe o fracase, también.