ABC (Andalucía)

Nuevo escenario

Imagino la oferta de Pedro Sánchez en los cómodos sofás de su residencia: consulta y cooperació­n en todos los asuntos

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

E Lvolantazo dado por Alberto Núñez Feijóo no sólo a su partido sino a la entera política española consumió todo el espacio de mi ‘postal’ de ayer –‘Gallego y bastante más’–, pero quedan por explicar los efectos colaterale­s para entender sus posibilida­des de éxito o fracaso. Ya el tono con que habló, pausado, sereno, amable, significab­a un cambio en la atmósfera crispada que reina en España. Pero el contenido lo supera al convertir el insulto en mano tendida, siempre que se respeten los límites constituci­onales. Que fue un éxito lo demuestra que, poco después, La Moncloa concertaba una cita con el nuevo presidente del Partido Popular, al día siguiente de verse con el Rey. Tras haber tenido esperando a Pablo Casado meses. Unas prisas que indican el temor de que se les escape.

Imagino la oferta de Pedro Sánchez en los cómodos sofás de su residencia: consulta y cooperació­n en todos los asuntos de política nacional e internacio­nal con sólo una condición: que renuncie a la ayuda de la ‘extrema derecha’, esto es, de Vox. Dicho de otra forma: una coalición de gobierno sin ser gobierno de coalición. A primera vista parece una de esas ofertas imposibles de rechazar. Pero en cuanto se escarba un poco, resulta una trampa para elefantes: el nuevo Partido Popular se convertirí­a en la muleta de Pedro Sánchez una vez que se hubiese deshecho de Unidas Podemos, con quien últimament­e choca en todo, aunque sigue su matrimonio de convenienc­ia. Si Feijóo lo rechaza, demostrará que cuanto ha dicho de abrir puertas y dialogar con todos es una farsa. La forma de no caer en la trampa, sin embargo, es bien fácil: basta con hacer una contraofer­ta: que Sanchez renuncie por su parte a gobernar con el apoyo no sólo de Podemos, sino también del resto del Frankenste­in, desde los independen­tistas hasta los sucesores de ETA, pasando por quienes buscan convertirs­e en reinos de Taifas y rechazan la Monarquía.

Lo lógico es que Sánchez rechace la contraofer­ta, pero en individuos como él, que se salta la palabra dada y los acuerdos firmados como un corredor de vallas, no hay que descartar que lo acepte, con la idea de no cumplirlo. Lo que significa que Feijóo tiene que aprovechar los próximos días para demostrar que él no es Sánchez. Antes de nada, consolidar el partido mezclando veteranos y aprendices que han demostrado lealtad y capadidad, algo en marcha con sus nombramien­tos de primer y segundo rango. Luego, afianzar el eje Galicia-Andalucía, con Madrid de pivote, para la reconquist­a de la clase media, sin olvidar la alta y la baja, con el ejemplo como virtud principal. En cuanto a Vox, también es fácil: ¿quiere unirse al proyecto de la gran derecha o combatirlo? La decisión es suya. La responsabi­lidad de que triunfe o fracase, también.

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