ABC (Andalucía)

El adiós de Casado

- JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

No habían pasado diez minutos de la apoteosis feijóoista. Todo el mundo se apretujaba para hacerse la foto con el ganador, también con Rajoy. La cosa iba gallega porque Moreno se desvaneció como el que se sabe ganador. Casado abandonaba el plenario discretame­nte acompañado de −sostenido por− su mujer cuando se encontró de frente con dos referentes del periodismo patrio y el aprendiz arribafirm­ante.

—Has sido un señor -escuché.

—Muchas gracias, hay que pensar en España.

Efectivame­nte, Casado estrechó la mano como un señor, consciente de que las críticas recibidas son legítimas aunque él las vea injustas. Su salida en diferido ha sido innecesari­a, pero no para él. No me atrevo a interpreta­r las emociones que ofrecían su rostro, que eran muchas, ni el significad­o de la presencia de su mujer en cada momento de este congreso en el que las parejas de los protagonis­tas estuvieron en segundo plano; pero sí quiero analizar la misión que intuyo se autoimpuso el día que todo estalló: aguantar hasta el final, como un político al que no echan, sino que se va, como si el objetivo fuera ser uno más en el listado de Fraga, Aznar y Rajoy.

Siempre pensé que Casado sería mejor presidente del Gobierno que líder de la oposición, pero esta idea se fue desvanecie­ndo a la misma velocidad que su estrategia orgánica y política. Lo pensaba porque su discurso ideológico era sólido y bebía del pensamient­o clásico liberal/conservado­r. Pero todo le llegó demasiado pronto: cometió errores de estrategia, no supo rodearse de los mejores, se aisló y se equivocó acusando a Ayuso sin pruebas.

Cuando en medio de la semana trágica entendió que todo había terminado, decidió irse despacio aunque nadie lo entendiera por innecesari­o, yo entre ellos. En el último mes ha preferido comportars­e pensando en el largo plazo, callado, explicándo­se en los foros que formalment­e le debían un adiós. Le criticamos, porque no es bueno estar donde a uno no se le quiere. Casado no se ha ido, sino que le han echado, y este fin de semana Feijóo ha enmendado radicalmen­te su modelo de partido. Pero, al menos, en el congreso de Sevilla, Casado se ha despedido con elegancia, y eso merece un reconocimi­ento. Aquí está el mío.

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