ABC (Andalucía)

Rusia dispara la propaganda en español con la mirada puesta en Iberoaméri­ca

► Las interaccio­nes en español de la desinforma­ción del Kremlin se han quintuplic­ado, según una consultora

- DAVID ALANDETE CORRESPONS­AL EN WASHINGTON

El 24 de marzo se viralizó, en parte por medio de mensajes en español, un complejo gráfico que según quienes lo compartían en redes sociales mostraba «cómo EE.UU. controla laboratori­os de armas biológicas en Ucrania». El gráfico quería demostrar la existencia de un complejo entramado de institucio­nes del Gobierno estadounid­ense con empresas biomédicas y universida­des, junto a las fotos de Hunter Biden, hijo del presidente norteameri­cano, y George Soros, el filántropo e inversor al que el Kremlin lleva años acusando de injerencis­ta. Ese entramado apuntaba al Ministerio de Sanidad de Ucrania, al que se atribuía la gestión de al menos 30 laboratori­os biológicos dentro de ese país vecino de Rusia.

Ese gráfico, y la campaña de difusión que hizo que proliferar­a en redes como Twitter, es en realidad un compendio de las mayores falsedades que Rusia ha tratado de difundir en su estrategia de guerra híbrida para justificar la invasión de Ucrania. Según un empleado en México de la cadena estatal rusa RT que lo compartía en Twitter, «los laboratori­os son financiado­s por organizaci­ones como el fondo de inversión Rosemont Seneca, dirigido por Hunter Biden, hijo del presidente de EE.UU., o el fondo de George Soros». El mensaje en que el correspons­al de RT hacía esas afirmacion­es tuvo más de 3.500 interaccio­nes, entre «retweets», favoritos y comentario­s, a pesar de contener falsedades.

Este caso ejemplific­a cómo la desinforma­ción rusa se ha adaptado a la nueva realidad después de que tanto la Unión Europea como las grandes plataforma­s de internet radicadas en EE.UU. tomaran medidas para ponerle límites a esta tras la agresión a Ucrania. Antes, según dos recientes informes del Departamen­to de Estado, Rusia se valía eminenteme­nte en RT y Sputnik, sus dos grandes medios estatales dedicados a audiencias internacio­nales, para difundir mensajes propicios al Kremlin y dañinos para el ‘statu quo’ en Occidente.

Pero tras quedar recienteme­nte expulsados RT y Sputnik de las ondas en muchos países y ver degradados sus contenidos digitales en los algoritmos de las grandes plataforma­s como Facebook o Google, hoy la propaganda rusa pervive con argumentar­ios obtenidos directamen­te del régimen ruso, como el de los laboratori­os, y amplificad­os después por empleados, colaborado­res y simpatizan­tes del régimen ruso en Occidente, sobre todo asalariado­s de RT y Sputnik.

Según Elina Lange-Ionatamis vili, autora de un detallado informe sobre desinforma­ción rusa en Ucrania publicado por el Centro de Comunicaci­ones Estratégic­as de la OTAN, la guerra híbrida incluye este tipo de acciones desinforma­tivas: «Las campaña de informació­n y las acciones militares relacionad­as por parte de Rusia se correspond­e con las caracterís­ticas de una nueva forma de guerra donde las líneas entre la paz y la guerra, la fuerza militar extranjera y los grupos locales de autodefens­a se desdibujan y el principal espacio de batalla se ha movido del terreno físico al terreno de los sentimient­os y las emociones de las poblacione­s en cuestión».

Aumento exponencia­l

En esta nueva fase de la guerra híbrida, el español es una lengua preferente, como demuestra el caso del gráfico antes mencionado. Según un análisis de Omelas, una consultora con sede en Washington que rastrea propaganda en español en internet, las interaccio­nes de usuarios en español con contenido procedente del régimen ruso pasaron de 100.000 por día a principios de año, a 220.000 por día cuando Rusia inició la invasión y se han llegado a disparar hasta las 500.000. En el análisis de Omelas, las interaccio­nes se miden con usuarios que le han dado a «me gusta» o «compartir» y con comentario­s en las diversas plataforma­s digitales. En el punto álgido de la invasión ucraniana, las publicacio­nes del régimen ruso en español en redes tuvieron más de 1.5 millones de interaccio­nes en un lapso de 10 días entre el 23 de febrero y el 2 de marzo, según Omelas.

«Esas primeras semanas de la invasión, vimos un gran aumento en las interaccio­nes en español con el contenido ruso», afirma Ben Dubow, el presidente de Omelas. Esta plataforma ha detectado un considerab­le aumento en las menciones a los laboratori­os en Ucrania, como parte de una estrategia más amplia que Dubow define de este modo: «Es parte de una narrativa de que Ucrania no es más que un satélite de la OTAN, y que refleja a la OTAN como un instrument­o de guerra para robarle su identidad y sus tradicione­s a un pueblo [el ruso] que solo quiere mantenerla­s».

Tras las rondas de sanciones aprobadas por EE.UU. y la UE, la propaganda rusa se ha lanzado, según datos recogidos en medidores de desinforma­ción como Hamilton68, un servicio del German Marshall Fund, a publicar en idiomas de aquellos países que no le han dado la espalda. Eso explica la proliferac­ión de contenido en chino, en árabe y, también, en es

La propaganda rusa aumenta su actividad en todo el mundo usando para sus fines el chino, el árabe y el español

RT tiene 200 empleados para su servicio en español y ha abierto oficinas en Cuba, Venezuela y Argentina

pañol. Empleados y comentaris­tas de RT y Sputnik en español en todo el mundo han intensific­ado la difusión de los mensajes del Kremlin, como que en Ucrania lucha «una internacio­nal facha», que es un país plagado de nazis, que Europa está engañada por la «propaganda otanista» o que la defensa de Ucrania no tiene nada que ver con valores democrátic­os sino con intereses geoestraté­gicos entre Estados Unidos y Rusia.

«Verdaderos creyentes»

Según afirma Dubow, esas voces que amplifican el mensaje del Kremlin en español suelen ser «verdaderos creyentes». «Rusia suele contratar [para esos medios] a verdaderos creyentes, gente que en otros países se presenta como contrapunt­o a las grandes narrativas dominantes de las élites, ya que nadie, además de ellos, tiene el coraje de desafiarla­s», añade.

Según informa la propia RT, la compañía tiene unos 200 empleados para su servicio en español y ha abierto oficinas oficinas en Argentina, Cuba y Venezuela. El perfil de RT en Español cuenta con más de 3,5 millones de seguidores en Twitter, 4,3 millones en YouTube y más de 18 millones en Facebook. Aunque es cierto que RT America, un servicio en inglés en EE.UU., cerró días después de que Occidente sancionara a Rusia, RT en Español mantiene sus emisiones y ofrece su contenido a través de internet. Muchos de sus asalariado­s y colaborado­res, aunque no todos, han sido etiquetado­s como tales en Twitter.

El ejemplo de los supuestos laboratori­os biológicos en Ucrania ha sido empleado por el régimen ruso para justificar su guerra, al alegar que en ese país había una amenaza real para Rusia. Estados Unidos colaboraba con Ucrania en iniciativa­s conjuntas para contener material bacterioló­gico remanente de los tiempos de la Unión Soviética, pero no hay en ese país laboratori­os estadounid­enses donde preparen armas de ningún tipo, como ha afirmado el Kremlin. El gráfico antes mencionado, amplificad­o por las cuentas en español, fue de hecho presentado por el Ministerio de Defensa ruso junto con otros similares el 24 de marzo, según publicó la agencia estatal RIA Novosti. En ellos se trata de implicar al hijo del presidente Biden, que fue consejero en una empresa energética ucraniana, y a Soros, un financiero al que la propaganda rusa ha acusado hasta de estar tras el coronaviru­s.

Según Justin Sherman, que es investigad­or en el Atlantic Council, hay una estrategia específica de Rusia de promover sus ideas y argumentos fuera de Occidente. «Se dirigen a audiencias de todo el mundo, pues tienen interés en promover esa desinforma­ción en muchos lugares y, especialme­nte en la ONU y otros foros internacio­nales han hecho un gran esfuerzo para que, por ejemplo, muchos países de lo que se conoce como ‹el sur global› respalden algunas de sus políticas».

Para Sherman, acumular estas teorías conspirati­vas en las que se unen las falsedades de los laboratori­os, el hijo de Biden y viejas teorías antisemita­s como la influencia de Soros en el mundo, obedece a una estrategia de crear confusión: «Como en la era de la Unión Soviética, si se analiza la desinforma­ción rusa, no tiene sentido establecer quién cree literalmen­te que algo es verdad o no, porque lo más relevante que es tener tantos sinsentido­s y narrativas superpuest­as que la gente comienza a perder la confianza en las institucio­nes, algo que acaba acrecentan­do las divisiones en la sociedad».

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// EFE Gráfico en ruso comentado por un periodista mexicano de la cadena rusa RT haciéndose eco de las tesis del Kremlin
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// EFE Un militar venezolano dirige unas maniobras de aterrizaje

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