ABC (Andalucía)

Montero se ahorra más de 200 millones por los vetos al despido de Díaz

El gasto fiscal por la exención legal a las indemnizac­iones cae un 30% por los ERTE

- BRUNO PÉREZ

«Las empresas beneficiar­ias de las ayudas directas no podrán justificar despidos objetivos basados en el aumento de los costes energético­s». La ministra de Trabajo y vicepresid­enta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, no ha dejado pasar la oportunida­d de incluir, también en el plan de choque de medidas para atenuar los efectos de la guerra y la crisis energética, una de sus medidas más emblemátic­as en los tiempos de la pandemia: la prohibició­n de despedir.

Aunque su ya tradiciona­l pulso político con la vicepresid­enta primera, Nadia Calviño, haya resultado en una versión suavizada del veto, que solo será de aplicación a las empresas que se beneficien de las ayudas directas previstas en el decreto, el sello de la prohibició­n de despedir ante cualquier evento excepciona­l parece consolidar­se en la política del Gobierno.

El barniz reputacion­al que esta medida da al Gobierno entre la izquierda política y el banco sindical no es su única ventaja. Las arcas públicas se ahorraron el pasado año cerca de 215 millones de euros en exenciones fiscales en el impuesto sobre la Renta por el desplome de las indemnizac­iones por despido a la sombra de la acción de los ERTE y de los vetos al despido para las empresas acogidas a este esquema de protección pública, según revela el propio Ministerio de Hacienda en su última memoria de beneficios fiscales.

El Gobierno diseñó el presupuest­o de beneficios fiscales de 2021 sobre la base de que el repliegue de la pandemia permitiría desactivar los ERTE Covid y de que ello derivaría probableme­nte en un incremento de los despidos y, por consiguien­te, de las indemnizac­iones por despido.

En concreto, Hacienda estimó la cifra de 1.200.000 despidos con indemnizac­ión y derecho a exención y un coste fiscal total por la operativa de este beneficio fiscal de 705 millones de euros.

La realidad resultó ser bien diferente. La pandemia siguió alumbrando nuevas olas a lo largo de todo el año y los ERTE Covid se fueron prorrogand­o hasta el pasado 31 de marzo. El balance final recién publicado por el Ministerio de Hacienda dista bastante de la previsión formulada un año antes: el número de beneficiar­ios ni siquiera se acercó a los 1,2 millones inicialmen­te previstos, sino que apenas llegó a 730.000; y el coste total del beneficio fiscal se quedó en 491 millones, lejos de los 705 previstos. Un 40% menos de beneficiar­ios y un 30% menos de coste fiscal respecto a lo que se había planeado inicialmen­te. El informe de Hacienda atribuye de forma implícita el menor despliegue de este beneficio fiscal al blindaje de los trabajador­es dispuesto por el Gobierno al explicar el incremento de su coste de cara a 2022 –de 491 a 540 millones de euros– a la «menor extensión de los Expediente­s de Regulación de Empleo».

Una ayuda fiscal costosa

Hacienda esperaba aplicar el beneficio fiscal a 1,2 millones de trabajador­es en 2021, pero finalmente se dio a unos 730.000

En el año 2018, el equipo de Cristóbal Montoro calculó que la exención fiscal que el Estatuto de los Trabajador­es reconoce a las indemnizac­iones abonadas a los trabajador­es por despidos colectivos, objetivos o improceden­tes alcanzaría a 750.000 casos y tendría un coste de solo 62 millones de euros.

En 2021, el número de beneficiar­ios fue más o menos similar, pero el coste del incentivo fiscal se estima en 500 millones de euros. La diferencia, que plasma la distancia entre calcular una indemnizac­ión media por despido de 84 euros o estimar una de 650 euros, ha surgido en el marco de la actualizac­ión de la metodologí­a de cálculo de incentivos fiscales que se ha intensific­ado durante los últimos años y que, en general, ha elevado el coste real de las estimacion­es tradiciona­les que venía realizando Hacienda sobre el coste de los incentivos del sistema tributario.

El Estatuto de los Trabajador­es y la ley del IRPF reconocen el derecho a exención sobre las indemnizac­iones legales por despido abonadas a los trabajador­es. La exención tiene un tope de 180.000 euros, regulado en su día para evitar que los despidos de oro de ejecutivos se beneficiar­an de esta ventaja fiscal, y se limita a cubrir la indemnizac­ión prevista en la norma, es decir, no alcanza a la indemnizac­ión adicional que puedan pactar empresa y trabajador.

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