La evolución del crudo, clave
Datos de inflación como los que conocimos la semana pasada dan miedo. Sobre todo, dan miedo si no se entienden o explican las razones que hay detrás de semejantes lecturas. En ese afán que nos caracteriza de buscar culpables, los últimos días básicamente nos hemos dedicado a tirarnos los trastos a la cabeza sin que haya dado tiempo a nada más.
Quizá merezca la pena detenerse unos minutos y recapitular lo que ha pasado los últimos meses y lo que eso ha supuesto en la evolución de los precios. Tras un parón económico sobrevenido que no tenía precedentes recientes, la reapertura económica se tradujo en lo que a la evolución de la inflación se refiere, en un salto como consecuencia de las bases de comparación que en teoría debía ser temporal. Los cuellos de botella que se produjeron en las cadenas de suministro por, fundamentalmente, los problemas en el transporte marítimo hicieron que el año empezara con presión en los precios aunque con señales de que empezaban a remitir.
Y, por último, la guerra en Ucrania y cómo se ha trasladado a los precios de la energía ha sido el último episodio de esta historia.
Evidentemente, no sabemos si en el próximo capítulo también va a haber una sorpresa. Y lógicamente, los interrogantes no se han cerrado del todo. La evolución del precio del petróleo es la clave. Pero si se mantiene a los niveles actuales o corrige algo más,
supondría que ya hemos visto las peores lecturas de inflación.
Además, en tanto que no ha dado tiempo a que los efectos de segunda ronda echen a rodar, el miedo iba a durar poco.
No se trata de echar la culpa al empedrado o ponerse de uno u otro lado. Sencillamente, procurar entender lo que nos pasa para no dejarnos llevar. Ya habrá tiempo de recordar la reacción de los descreídos habituales que nunca desperdician la ocasión de desperdiciar la ocasión en el concurso de belleza en el que se ha convertido el relato de la actualidad.