Pedri ilumina la noche
Un gran gol del canario en el segundo acto da el triunfo al Barça, que arrebata al Sevilla la segunda plaza de la Liga
El Barça arrancó con la alegría del Bernabéu, el juego fluido, amable, vistoso, con la afición entregada a la nueva fe, gozosa de su equipo. El expresidente del club, Josep Maria Bartomeu, estuvo en misa de ocho en San Gregorio Taumaturgo, supongo que pidiendo perdón por sus clamorosos pecados y por el daño que le hizo a la entidad durante su mandato. En su sermón el padre Carlos recordó lo que Jesús le dijo a la adúltera: «No peques más». Bartomeu ha hecho tanto daño que dudo que le quede alguna maldad por cometer, pero espero que en el futuro haga caso de tan fundamentales enseñanzas. Por el momento, llegó justo a su casa para ver el partido. Es normal que no se atreva a ir al Camp Nou. No todo el mundo, ni mucho menos las muchedumbres de los estadios tiene la paciencia, la bondad y el sentido de la piedad del padre Carlos.
El Barça dominaba, se divertía, presionaba. Era el único protagonista. El Sevilla hacía lo que podía, que era poco pese a los regalos de Piqué. De todos modos se mantenía un cierto equilibrio, porque tampoco es que Xavi lograra que su equipo rompiera la noche. Dembélé es una lástima que sea un inadaptado, porque juega muy bien al fútbol cuando está por lo que hay que estar. Fantástico en la presión, en los controles, en los centros. Un martillo para el Sevilla. Lopetegui, de pie, ponía esa cara que tiene mitad de estreñido, mitad de perdedor. Frenkie De Jong lo hacía todo bien para recibir libre de marca, pero le faltaba acierto en los remates. A Pedri, cosa rara en él, le costaba entrar en el partido. Giraba mal, no se salía con la suya. Impresionante Dembélé también en las ayudas defensivas. Era admirable lo que llegaba a correr, y desde luego hay que reconocerle a Xavi haberlo sabido recuperar para el proyecto. Es poco realista hacerse ilusiones respecto de su continuidad, pero sería injusto no resaltar su valiosa aportación al equipo en todos los registros. Este chico es la constatación, para su desgracia, de que el talento y la inteligencia no tienen nada que ver.
Intercambio de golpes
Poco a poco fue palideciendo la alegría local, y el Sevilla empezó a domesticar al Barça con el balón, bajando el ritmo de circulación y buscando entre líneas su profundidad. Poca fortuna. El Barça lo continuaba intentando con acciones de peligro relativo, más expectantes en la generación que cuando se concretaban, con muy poca gracia. El partido cayó en un intercambio de golpes aburrido y opaco, a juego con la fría noche. El Sevilla no daba las facilidades del Madrid, pero el Barça tampoco tenía aquella pegada, ni la luz. Ferran Torres, ese gran generador
de espacios que dicen los expertos, continuaba fallando todo lo que tocaba. El Barça se alejaba del área de Bono y el Sevilla tímidamente se acercaba a la de Ter Stegen, pero con tan poco que no era nada. Al filo del descanso, Pedri le filtró una asistencia mágica a Dembélé, pero la jugada quedó invalidada. Aubameyang no pudo concretar, pese a su buen disparo, otra gran asistencia de Dembélé, y el Barcelona se fue al descanso con un resultado que reflejaba su impotencia en el tramo final de sus ataques, pero no una falta de calidad en su juego. Primera parte irregular, rugosa, pero propia de un gran equipo, que sabe lo que quiere y se mantiene en ello, aunque no siempre lo consiga. El Sevilla se defendió con oficio, como el buen e incluso buenísimo equipo que es, aunque no pase por un gran momento de forma, pero no creó ni media ocasión comentable y lo único que pudo hacer es sobrevivir.
Pedri abrió la segunda mitad con una formidable internada en el área, que él mismo desbarató con una absurda asistencia final, porque este chico no sabe chutar con la izquierda. El Sevilla se continuó defendiendo paciente y ordenado, cerrado en su área, con alguna contra peligrosa pero que no conseguía transformar. Sobre el minuto 60 se podía dar el partido por oficialmente encallado, con un Barça voluntarioso pero colapsado y un Sevilla que intentaba transiciones veloces que no sabía conectar. Era algo más interesante para los de Lopetegui, que logrando interrumpir la continuidad local tenía el partido más controlado. Y además, lo que Dembélé se desvivía por crear, Ferran Torres lo desperdiciaba. Yo ya sé que todo el mundo adora a Ferran, pero yo hacía tiempo que no veía a alguien que fallara tanto. Piqué remató al travesaño, a Dembélé se les escapó por muy poco una bolea y finalmente Pedri, que no estaba teniendo su mejor noche, demostró su clase infinita y que es un jugador de primera clase mundial con dos regates en el balcón del área y un disparo cruzado que recordó a lo mejor de Messi, antes, mucho antes de que se marchara a robarle al jeque. El partido no estaba ni mucho menos decidido, pero marcar era tan difícil que casi parecía imposible, sobre todo cuando remataba Ferran, que continuó fallando. Pese a algún sobresalto menor el marcador ya no se movió y el Barça ganó con esfuerzo colectivo y este genio canario que pese a que parezca poca cosa y medio quinqui es de lo mejor que jamás hemos tenido.
Los andaluces, también superados por el Atlético, prolongan su desplome y caen al cuarto puesto