ABC (Andalucía)

Adiós a Javier Imbroda, el campeón de la cancha que triunfó en la política

▶ El consejero andaluz de Educación y Deporte muere en Málaga de un cáncer a los 61 años ▶ La Junta decreta tres días de luto oficial para reconocer su figura y su compromiso con los valores humanos

- FERNANDO DEL VALLE

Hasta casi el pitido final, Javier Imbroda (Melilla, 1961) estuvo trabajando. Pero no sólo. También motivando a todo su entorno. Igual que cuando dirigía los banquillos. Lo de rendirse no iba con él. «Insuflaba pasión en lo que hacía y contagiaba de ánimo y de fuerza a quienes le rodeaban», escribió ayer el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. El exseleccio­nador nacional de baloncesto deja un hueco insustitui­ble en el Gobierno andaluz, donde era consejero de Educación y Deporte desde 2019, pero es mucho mayor el vacío que deja en sus compañeros de gabinete, en la política, en el mundo del deporte y en Málaga, su ciudad. La Junta ha decretado tres días de luto por su desaparici­ón en reconocimi­ento «a su compromiso con la democracia, los valores humanos y la autonomía de Andalucía».

Imbroda murió en la tarde del sábado. Sólo tenía 61 años. Casado en segundas nupcias, deja dos hijos que lo veneran. La familia está rota. Una vez más, el cáncer. Otra vez se van los mejores. El dicho habitual. El lugar común, esta vez ineludible en la crónica de una pérdida terrible. La noticia que no se hubiera querido escribir.

El titular de Educación llevaba luchando contra la enfermedad varios años. Con fases peores pero muchas mejores. Con esperanza en la curación. «No he conocido otra cosa en la vida que no haya sido luchar», le dijo emocionado al diputado socialista Juan Pablo Durán cuando en diciembre pasado le mandó ánimo en su pelea desde el escaño. Este lunes pasado comentó a alguno de sus compañeros de gobierno que se encontraba mejor. Pero su cáncer de próstata se había complicado en los últimos tiempos con metástasis en el hígado. Los minutos de la basura, esta vez, habían anunciado ya cuál sería el resultado. Maldito marcador.

«Ya pienso en semanas, no en años», reconocía a ABC en la última entrevista que concedió a este medio. Corría septiembre de 2021. Sin temor ni rubor nunca a hablar de ella, Imbroda hacía patente ya que la terrible enfermedad había distorsion­ado su forma de medir el tiempo.

Pero nunca quiso rendirse. La suya ha sido la pelea de un titán contra la dolencia. «Tenemos que luchar hasta el último aliento porque se puede salir, aunque todo se vea oscuro», afirmó en la carta en la que reveló su padecimien­to en noviembre de 2017.

Un ejemplo de superación constante, apreciado en su ciudad, Málaga, pero que por su temperamen­to y su energía vital dejaba huella allí donde se encontraba. Cuentan compañeros del Ejecutivo andaluz que por su humanidad, por su afán de superación, se había convertido en una pieza indispensa­ble del mismo. Y que no eran escasas las ocasiones en que el mismo presidente, Juanma Moreno, recurría a él como consejero aúlico para conocer sus impresione­s en torno a temas muy diversos. «Alejaos de la tristeza, porque con la tristeza no se llega a ningún lado», escribió ayer el líder del Ejecutivo en la emotiva carta in memoriam que le escribió. «Era el pegamento de todo el equipo», afirmaba ayer en el cementerio una consejera.

Imbroda, nacido en Melilla (su hermano Juan José ha sido presidente de la ciudad autónoma entre los años 2000 y 2019), deja un vacío enorme en la política andaluza y en Ciudadanos, el partido al que ha permanecid­o fiel desde que Albert Rivera lo incorporar­a al entonces ilusionant­e proyecto.

El suyo, para las listas de Cs por Málaga en 2018 como independie­nte, fue un fichaje estelar, pero del que se desconocía el recorrido que pudiera tener. Sobre todo porque pocos confiaban en que se pudiera producir el vuelco político en Andalucía. Él sí. «Estoy ilusionado y veo posible el cambio», afirmó a ABC ese mismo año, poco antes de las elecciones. El periodista se fue de aquella entrevista con sonrisa displicent­e. Toma remontada.

Hubo cambio. Y obtuvo premio. Tras las elecciones y el pacto de gobierno PPCs, fue nombrado titular de la cartera de Educación y Deporte. Antes, había vendido todas las acciones de las empresas que regentaba. Pues Imbroda, además de docente, político y deportista, fue un empresario de éxito dedicado a impulsar firmas dedicadas a la formación. Con más de ocho millones de euros en el banco según la última declaració­n de bienes recogida en el Parlamento andaluz no era, precisamen­te, de los que necesitaba la política para sobrevivir. Un ejemplo, se subrayaba ayer, de otra forma de hacer política.

También ha puesto en marcha numerosos proyectos con el deporte como protagonis­ta. Entre ellos, la Fundación Javier Imbroda, que sin subvencion­es públicas atiende a diario a más de un centenar de niños para los que la actividad deportiva es la mejor herramient­a de inclusión.

Entre sus mayores logros como político, sacar la ideología de las aulas o recuperar para el deporte el estadio de la Cartuja

Aulas sin ideología

Al frente de la Consejería de Educación, la suya ha sido una lucha constante primero por desterrar la ideología de las aulas, su principal preocupaci­ón desde que accedió al cargo. Y después la de normalizar el sistema educativo, dinamitado por la irrupción del Covid-19 en marzo de 2020 y la declaració­n de unos estados de alarma que expulsaron a los niños y a los profesores de los colegios.

Por eso su empeño, desde que comenzó a verse que la pandemia había venido para quedarse, fue el regreso de la actividad docente, de manera presencial, lo que se consiguió de forma exitosa en el inicio de curso 2020-2021. Ello, pese a los augurios apocalípti­cos de muchos que vaticinaro­n que los

centros escolares se convertirí­an en reservorio­s del virus.

Como político, Javier Imbroda se definía como «liberal, abierto, inquieto». Moderado y centrista, reivindica­ba siempre la necesidad de acuerdos entre los grandes partidos.

En el centro, de verdad

Por eso no era del agrado ni de la izquierda, que lo veía como un peligro capaz de sembrar las bases de un sistema educativo menos politizado de lo que ha estado tradiciona­lmente, ni de la extrema derecha. Su oposición a que Vox impusiera el denominado ‘pin parental’ fue fundamenta­l, cuando ya el PP deslizaba en sus discursos mayor flexibilid­ad a introducir ese mecanismo de objeción de los progenitor­es.

Prefería hacer a decir. Y durante su mandato, a resultas de las exigencias del Covid, la plantilla docente en Andalucía se ha incrementa­do de manera notable. Firmó cuatro grandes acuerdos con sindicatos y patronal, sin dejar nunca fuera a la enseñanza concertada, a la que considerab­a pilar esencial del sistema.

Y así, poco a poco, se logró dar respuesta a algunas de las demandas históricas en torno a la mejora de las condicione­s laborales de los profesores, considerad­os ‘autoridad’ en Andalucía desde esta legislatur­a.

Como titular también de Deporte, su principal hito es haber devuelto la actividad deportiva al estadio sevillano de la Cartuja, monumental emblema del dispendio del dinero público, prácticame­nte abandonado hace sólo unos años y que el año pasado acogió partidos de la Eurocopa y se ha convertido en sede de la final de la Copa del Rey. Cada vez que vuelva a sonar allí el himno nacional seguro que desde arriba esboza una sonrisa. Descanse en paz.

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El consejero andaluz de Educación Javier Imbroda en una de sus comparecen­cias tras un consejo de Gobierno
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