Berlín interviene la filial alemana de Gazprom y expulsa a 40 diplomáticos rusos
La exigencia de Putin de pagos en rublos y el suministro de gas amenazado llevó ayer al Gobierno alemán a una drástica medida: el Estado toma el control como fideicomiso de la filial alemana del gigante energético ruso Gazprom Germania. El Ministerio de Economía ordenó a la Agencia Federal de Redes que asuma, al menos hasta el 30 de septiembre, el control fiduciario de la empresa y el ministro de Economía, Robert Habeck, justificó la decisión sobre la base de la Ley de Comercio Exterior y alegando relaciones legales poco claras y una violación de las normas de información. «Es un paso totalmente necesario», defendió.
Gazprom ya intentó el viernes reasignar acciones de su filial de Berlín por valor de 226 millones de euros y transferirlas a una organización con sede en
San Petersburgo, ante los rumores de nacionalización por parte de las autoridades alemanas. La directiva anunció que Gazprom abandonaba su participación en Gazprom Germania GmnH, así como en todos sus activos, incluida Gazprom Marketing&Trading Ltd, mientras desde el Kremlin arreciaban las advertencias. «Consideramos que solamente el estudio de la expropiación es inaceptable», se quejó el portavoz Dmitri Peskov desde Moscú, «supondría una grave violación del derecho internacional y de todas las normas y leyes imaginables». Alemania queda en el objetivo de represalias de Putin.
Cuello de botella
Gazprom Germania juega un papel clave en el mercado del gas alemán. Además del almacenamiento, la compañía comercializa y transporta los 200 millones de euros diarios en gas que Alemania sigue comprando a Rusia. Berlín acusa a Gazprom Germania de usar tácticamente sus instalaciones de almacenamiento de gas para exacerbar la situación de cuello de botella y utilizar su posición privilegiada en el mercado para favorecer un aumento de los precios del gas.
Después de duras presiones ucranianas para que Alemania se independice más rápidamente del gas ruso, el presidente alemán, el socialdemócrata Steinmeier, reconoció ayer su error por haberse mostrado a favor del gasoducto Nord Stream. «Nos aferramos a puentes en los que Rusia ya no creía y contra los que nuestros socios nos advirtieron. Hemos fracasado en el establecimiento de una casa europea común en la que Rusia esté involucrada y en el enfoque de integrar a Rusia en una arquitectura de seguridad común».
Estas palabras suponen una ruptura diplomática que se materializó ayer, además, con la declaración de persona non grata a 40 diplomáticos rusos de la embajada de Berlín a los que se instó a abandonar el país acusados de “trabajar día a día contra nuestra libertad».