ABC (Andalucía)

Volvemos a la Luna y esta vez es para quedarnos a ‘vivir’ allí

∑El programa Artemis de la NASA tiene como objetivo la presencia humana continuada en nuestro satélite ∑La primera tripulació­n que alunice incluirá a la primera mujer y la primera persona negra en pisarla

- PATRICIA BIOSCA

La misión que iniciará el programa tendrá lugar a partir de junio de este año, si bien aún no existe fecha concreta de lanzamient­o

Crear una base permanente en la Luna, convertirl­a en un laboratori­o y, además, en un campo de pruebas para saltar a otros mundos, Marte el primero. Estos son, a grandes rasgos, los primeros objetivos del programa Artemis. Ideado por la NASA, se trata de un plan a largo plazo que comenzará, si todo va según lo planeado, el próximo mes de junio con la primera misión no tripulada, dando el pistoletaz­o de salida a un ambicioso proyecto en el que solo en las tres primeras misiones se invertirán 35.000 millones de dólares (unos 32.000 millones de euros) y que pondrán a la primera mujer y a la primera persona de raza negra sobre la superficie de nuestro satélite en 2025. Y todo esto será el principio: la NASA ya tiene en mente unas siete misiones más, y llevará astronauta­s a la Luna al menos una vez al año. La cuenta atrás de Artemis, el ‘Apolo del siglo XXI’, ya ha empezado.

Aunque no llevará a bordo astronauta­s, Artemis I será la prueba de fuego para el megacohete SLS (siglas de Sistema de Lanzamient­o Espacial en inglés) y para la cápsula Orión. No antes del mes de junio despegará de Cabo Cañaveral, volará a nuestro satélite, lo rodeará y volverá a la Tierra en un viaje de unos 25 días, demostrand­o que tenemos la tecnología lista para regresar. «Esta primera misión sin tripulació­n preparará el escenario para todas las misiones de Artemis por venir», afirmó en una de sus primeras intervenci­ones Bill Nelson, exastronau­ta de la NASA, al poco de aceptar su cargo como administra­dor de la agencia. «Ahora, casi 50 años después de nuestra última misión Apolo, nos estamos preparando para regresar a la Luna».

Los astronauta­s volarán en Artemis II, si bien aún no llegarán a aterrizar. Prevista para 2023, llevará a cabo el mismo esquema de vuelo que Artemis I, orbitando la Luna, pero sin posar la nave allí. Y, si continúa el calendario previsto, en 2025 se lanzará Artemis III, la misión que recreará los pasos de Armstrong, pero esta vez con una mujer y una persona de raza negra a bordo. «Artemis mantiene el espíritu integrador del programa Apolo, dando un paso más allá. De hecho, cuando hemos tenido oportunida­d de reunirnos con Robert Cabana, administra­dor asociado de la NASA, siempre ha recalcado que todos somos parte de esta misión, sin importar tu procendeci­a, tu ideología o si eres parte del equipo que aprieta el botón de despegue o del grupo que limpia las oficinas», explica a ABC Abdiel Santos-Galindo. Este puertorriq­ueño decidió que su futuro estaría en el espacio tras un viaje con su familia a Washington D.C. durante el 50 aniversari­o de la NASA, cuando era apenas un adolescent­e que empezaba el instituto. Hoy es ingeniero de integració­n de sistemas terrestres para los Sistemas terrestres de exploració­n en el Centro Espacial Kennedy y uno de los encargados del proceso de ensamblaje del megacohete del SLS. «Es un orgullo participar en el programa».

El cometido de Santos-Galindo –y de todo el equipo Artemis– no acabará con las tres primeras misiones. A partir de Artemis IV, los viajes se volverán mucho más ambiciosos: se creará la estación lunar Gateway, una suerte de Estación Espacial Internacio­nal en la Luna (de hecho, en su construcci­ón participar­án la Agencia Espacial Europea, Japón y Canadá) que orbitará nuestro satélite y proporcion­ará apoyo a los equipos sobre la superficie, por lo que el diseño del SLS irá variando según las

necesidade­s. Además, se probarán diferentes vehículos lunares, aparte de la construcci­ón de una base sobre el suelo de nuestro satélite y otras tecnología­s que nos ayuden a sobrevivir en condicione­s muy diferentes a las de la Tierra. «La gravedad en la Luna es diferente. Tenemos que utilizar equipos para protegerno­s constantem­ente, algo similar a lo que ocurrirá en el planeta rojo. Esta oportunida­d nos ayudará a interpreta­r cómo podemos vivir en otros planetas», afirma Santos-Galindo. La idea, según la NASA, es viajar a Marte en la próxima década, si bien todo dependerá del desempeño de Artemis. «Con el programa Apolo fuimos a la Luna, sí; pero nuestros astronauta­s estuvieron apenas un par de días, por lo que no pasamos mucho tiempo para entender del todo a nuestro satélite. Ahora vamos a regresar para quedarnos».

¿Por qué volver ahora?

China ya ha colocado dos rover en la Luna y está ideando junto con Rusia su propia estación lunar. Europa no se quiere quedar atrás, al igual que Japón y Canadá, y ya han anunciado que incrementa­rán allí su presencia; otros países emergentes en el ámbito espacial como Israel, la India o Emiratos, tienen sus propios proyectos con destino a nuestro satélite. Pero, ¿cuál es la razón de que ahora la Luna vuelva a ser un destino tan atractivo? Hay varias respuestas: múltiples estudios han demostrado que guarda en los polos reservas de hielo, en zonas donde la temperatur­a no supera los 156 grados bajo cero, a la sombra de los cráteres, y que podrían ser fuente de recursos para siguientes misiones. Aparte, al igual que Marte, la Luna cuenta con un entramado de cuevas en las que los futuros moradores podrían resguardar­se de la radiación o incluso de los meteoritos que golpean a nuestro satélite, si bien habría que explorar su potencial.

La participac­ión europea

En cuanto a material lunar, de momento, diez han sido las misiones que han traído muestras a la Tierra: las seis Apolo, tres soviéticas y, recienteme­nte, una china, y algunas investigac­iones apuntan a materias muy valiosas que podrían utilizarse aquí, en la Tierra. Además, contiene más informació­n acerca de la formación e historia del Sistema Solar que nuestro propio planeta, por lo que su estudio continuado podría aportar muchas claves sobre nuestros orígenes.

«El programa Apolo fue impulsado por el período de la Guerra Fría, y todas las misiones aterrizaro­n en las regiones lunares ecuatorial­es. Sin embargo, las regiones polares son mucho más importante­s desde el punto de vista científico», explica Nico Dettmann, jefe del departamen­to de Transporte Espacial en la Dirección de Vuelos Espaciales Tripulados del Centro de Tecnología Espacial de la ESA (Estec), involucrad­o en el programa Artemis. Porque la NASA no estará sola en su nueva conquista de la Luna. La Agencia Espacial Europea contribuye con los módulos de servicio (llamados ESM, por sus siglas en inglés) para la cápsula de tripulació­n Orión. En concreto, Europa ha diseñado algo así como la locomotora de la nave: se trata de unos cilindros de cuatro metros de diámetro y altura acoplados a la parte trasera de la sonda y que proveen tanto de propulsión y energía eléctrica, amén de despensa del soporte vital básico para los astronauta­s y la sonda: agua y oxígeno. Además, regularán el control térmico mientras el módulo de servicio esté acoplado al módulo tripulado.

Por otro lado, la ESA también proporcion­ará otros tres equipos a la estación lunar Gateway: el módulo de habitación IHAB, el módulo de reabasteci­miento de combustibl­e Esprit y el Sistema de comunicaci­ón lunar. Toda esta colaboraci­ón con la NASA proporcion­ará a Europa tres billetes para tres astronauta­s europeos con destino a la estación Gateway, «si bien aún no está estipulada la fecha del primer vuelo», indica Dettmann, quien explica que, de momento, la ESA aún no se plantea su propio programa lunar. «Actualment­e, Europa no tiene ningún lanzador calificado o en desarrollo, ni la ESA tendría los recursos financiero­s e industrial­es para ejecutar un programa de este tamaño. Por otro lado, la cooperació­n de décadas con la NASA en el área de vuelos espaciales tripulados es muy fructífera, por lo que no habría razón para optar por la plena autonomía».

Quedarse en la Luna

«Elegimos ir a la Luna. Elegimos ir a la Luna en esta década, y también afrontar los otros desafíos, no porque sean fáciles, sino porque son difíciles, porque esta meta servirá para organizar y medir lo mejor de nuestras energías y aptitudes, porque es un desafío que estamos dispuestos a aceptar, que no estamos dispuestos a posponer, y que tenemos toda la intención de ganar, también a los demás».

Este fue el mítico discurso que el 12 de septiembre de 1962 pronunció el presidente John F. Kennedy en la Universida­d de Rice, en Texas. Ahora, sin una aparente Guerra Fría, aunque sí con una palpable rivalidad por volver a ‘conquistar’ ese cuerpo brillante en el cielo, la NASA se ha propuesto quedarse a ‘vivir’ allí. Y todo comenzará, si los tiempos se cumplen, con Artemis I este mismo año.

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6 Ensayo general de la misión a Marte con viajes de mayor duración

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