No olvides que ocurrió
Justo hace un año no nos estaba permitido ni atravesar nuestras fronteras provinciales
AFORTUNADAMENTE, la memoria es selectiva. Cuando se supera una situación adversa, los malos recuerdos tienden a evaporarse. Se van fundiendo paulatinamente, convirtiéndose en una suerte de nebulosa que casi impide discernir qué ocurrió de veras y qué hemos soñado. Y al final terminas olvidando. Gracias a Dios, ya digo. Lo contrario constituiría una mortificación que no merecemos. Al menos yo. Es cosa parecida al dolor, que sólo sabes cómo es cuando lo padeces.
Es Domingo de Ramos. Como si no hubiera ocurrido nada, hoy volverán a repicar las campanas que anuncien la salida del cortejo. Rechinará el gozne de la puerta al abrirse, atronarán las trompetas entonando el himno, sonará la campanilla del mayordomo poniendo orden y el aroma a azahar de esta abrupta primavera se licuará con el olor a incienso.
Cuando menos te lo esperes, Él estará otra vez en la calle: sale la Pollinica, o la Borriquita, llámala como quieras. O según donde estés. Y a partir de ahí, ojalá que toda una semana plena. Como siempre la has conocido. Con toda su magia y sus maravillosos contrastes: manzanas con caramelo, limones cascarúos; silencio, algarabía, bulla; la verborrea en tu oreja del que tanto sabe frente a la mirada pasmada y queda del neófito; el recogimiento ante una dolorosa y el cante y las palmas junto al de la Columna; la promesa multitudinaria y la imagen que casi camina sola cuando ya tarde regresa a su barrio.
El retorno, al fin. Embebido en el disfrute, puede que ya no te acuerdes al detalle. Hace justo un año no nos estaba permitido ni atravesar nuestras fronteras provinciales. Hace dos estábamos encerrados en casa, temiendo que aquel cielo opresor cargado de virus se cayera sobre nuestras cabezas.
Puede que hoy las mascarillas (por cierto, cuidado) sea lo único que nos retrotraiga al infierno que hemos pasado. Pero la memoria es selectiva, no injusta. Por todo lo ocurrido, por celebrar lo que viene y porque lo merecen los que ya no están, hoy caerá más de una lágrima cuando todo empiece. Dejémosla correr.