ABC (Andalucía)

De liberales, conservado­res y prostituci­ón

Reconocer el sexo como una ‘res extra commercium’ es una cuestión a la que la derecha no debería llegar tarde

- DIEGO S. GARROCHO

GOBERNAR es algo más que administra­r. Por eso, además de cuadrar presupuest­os y modelar datos en Excel, la derecha y la política para adultos tendrán que afrontar con audacia algunos de los desafíos morales hacia los que se encamina nuestra democracia. La abolición de la prostituci­ón es uno de ellos, y no menor, ya que su mera formulació­n parece redibujar algunos contornos ideológico­s que hasta ahora parecían grabados en piedra.

El eje entre la izquierda y la derecha sigue explicando muchas cosas. Aunque no todas. Así, por ejemplo, dos partidos que se asemejan más de lo que querrían, como son Ciudadanos y Más País, fueron capaces de votar conjuntame­nte a favor de la legalizaci­ón del cannabis. En el caso de la abolición de la prostituci­ón no sería improbable encontrar una nueva comunicaci­ón entre bloques o, incluso, una redefinici­ón interna de la dialéctica tradiciona­l entre liberales y conservado­res.

Es muy posible que la asunción de valores sustantivo­s, la defensa de la innegociab­le dignidad de la persona e, incluso, la confianza en la promoción de ciertos ideales de vida sirvan para alinear en este debate al pensamient­o conservado­r con las vindicacio­nes feministas. El horizonte humanista que comparten ambas ideologías pude facilitar ese encaje.

Desde la óptica liberal esa contingent­e alianza puede parecer más compleja aunque, sin embargo, existen precedente­s que la harían posible. Del mismo modo que no puedo vender un riñón por dinero, ni puedo decidir trabajar catorce horas al día aunque lo quiera, el libre e informado ejercicio de la voluntad encuentra algunos límites en el marco de nuestra comunidad moral.

Desconozco si en España existen excepcione­s privilegia­das en las que una mujer pueda prostituir­se libremente. De lo que sí tenemos constancia es de que, en demasiadas ocasiones, parte de nuestra población se encuentra arrojada a formas de sometimien­to sexual por causa de la pobreza. Reconocer el sexo como una ‘res extra commercium’ es una cuestión a la que la derecha no debería llegar tarde. Por convicción moral, por compromiso democrátic­o e incluso por patriotism­o.

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