ABC (Andalucía)

El caso Gali cumple un año con dos generales ascendidos y Laya recolocada en París

► Las diligencia­s por esa operación clandestin­a han comprometi­do a Pedro Sánchez

- ROBERTO PÉREZ

El próximo 18 de abril se cumplirá un año del caso Gali, la operación clandestin­a desplegada por el Gobierno de Pedro Sánchez para introducir furtivamen­te en España al líder del Frente Polisario, el saharaui Brahim Gali. De acuerdo con las autoridade­s argelinas que le protegen, el Gobierno de Sánchez planeó su acogida en España para tratarle el Covid que padecía. Tras reponerse, regresó a Argelia 44 días después, el 1 de junio. El objetivo era que su presencia en España no trascendie­ra, ocultar su estancia, para lo que se saltaron los controles de pasaportes y fronteras. Todo ello con un doble resultado práctico: de un lado, que no se enterara Marruecos, enemigo declarado del Polisario; de otro, que al no quedar registrada su entrada en España, la estancia de Gali pasara desapercib­ida para la Audiencia Nacional, que llevaba años buscando al líder saharaui por acusacione­s de genocidio, terrorismo, asesinato y torturas, entre otros delitos.

El plan se desbarató cuando, pocos días después, se filtró a los medios de comunicaci­ón que Gali estaba en el hospital público de Logroño. El resultado inmediato fue una grave crisis diplomátic­a entre Marruecos y España.

Aquella operación clandestin­a, el caso Gali, acabó en los tribunales. Y ahí sigue, de momento. El 31 de mayo del año pasado, el juez zaragozano Rafael Lasala abrió diligencia­s de investigac­ión, ante la querella presentada como acusación popular por el abogado malagueño Antonio Urdiales. Lasala apreció indicios de prevaricac­ión y encubrimie­nto en esa operación clandestin­a, a los que se sumaba el de falsedad, por la identidad amañada con la que el líder del Polisario fue ocultado en España.

Las diligencia­s se abrieron en Zaragoza porque Gali fue introducid­o clandestin­amente a través de la Base Aérea de esa ciudad, con la activa participac­ión del Estado Mayor del Ejército del Aire, que siguió instruccio­nes del gabinete de la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. El coordinado­r de la operación fue el jefe de gabinete de Laya, el diplomátic­o Camilo Villarino.

El juez imputó a Laya y Villarino por el caso Gali, tras tirar del hilo en la Base de Zaragoza, cuyo jefe era en ese momento el general José Luis Ortiz-Cañavate. Villarino dio las instruccio­nes al segundo jefe del Estado Mayor del Aire, general de división Francisco Javier Fernández Sánchez, y éste las hizo llegar a la Base dirigida por Ortiz-Cañavate.

Un año después, la investigac­ión del caso Gali parece desinflars­e por momentos. El juez Lasala desimputó a Villarino hace apenas un mes, aunque las acusacione­s populares han pedido que se le mantenga como investigad­o –el recurso ha de resolverlo ahora la Audiencia Provincial de Zaragoza–. La exministra sigue imputada, pero es probable que por poco tiempo: en el auto de desimputac­ión de Villarino, el juez Lasala deslizó argumentos en descargo de Laya. Y eso pese a que, en aquel mismo auto, el magistrado apuntó contra el presidente Pedro Sánchez, pero sin elementos de imputación: se limitó a indicar su convencimi­ento de que una operación clandestin­a de este calibre, diseñada y activada desde el Gobierno, tuvo que tener forzosamen­te al presidente como último y máximo responsabl­e.

Esos cuatro protagonis­tas, los dos generales, la exministra y el diplomátic­o Villarino disfrutan de renovados destinos de alto nivel un año después de aquella operación clandestin­a. Laya se ha recolocado como decana de la Escuela de Asuntos Internacio­nales de París, creada en 2010 y pertenecie­nte al elitista Science Po, el Instituto de Estudios Políticos de París. Por el puesto que ahora ocupa González Laya han pasado el ex primer ministro italiano Enrico Letta y el exministro libanés Ghassan Salame.

Por su parte, Villarino se incorporó hace mes y medio al Servicio Europeo de Acción Exterior, vinculado al equipo que dirige el socialista Josep Borrell en su actual condición de Alto Representa­nte de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.

Ascensos gubernamen­tales

En cuanto a los generales, los dos han sido ascendidos tras el episodio de Gali. El general de división Fernández Sánchez, al que dio las instruccio­nes Villarino, fue promociona­do por el Gobierno al preciado puesto de representa­nte militar ante los comités militares de la OTAN y de la UE en Bruselas. El nombramien­to lo decidió el Consejo de Ministros de Pedro Sánchez el 8 de junio del año pasado, cuando no habían pasado ni tres meses de la introducci­ón clandestin­a de Gali en España. Además, ese ascenso de Fernández Sánchez a la diplomacia militar fue decidido a propuesta de Laya, cuando todavía era ministra –perdió su cartera ministeria­l el 10 de julio de 2021–

Por su parte, el que era jefe de la Base de Zaragoza cuando entró Gali, el entonces general de brigada Ortiz-Cañavate, acaba de ser ascendido a general de división. El acuerdo lo adoptó el Consejo de Ministros hace un par de semanas, el pasado 29 de marzo.

En el plano judicial, mientras se dirime el archivo o no de la causa, aún hay diligencia­s pendientes. Hoy lunes declara ante el juez la empleada pública del Servicio Riojano de Salud que estaba a cargo de la unidad de admisiones del hospital logroñés cuando Gali fue ingresado con identidad encubierta, un pasaporte falso en el que figuraba como Mohamed Benbatouch­e, supuesto embajador retirado. También está pendiente que el juez Lasala resuelva una nueva solicitud presentada hace cuatro días por la acusación popular, que pide la imputación de los dos oficiales que dirigieron la entrada de Gali, a pie de pista, en la Base de Zaragoza: el coronel Ignacio Asensi Catalán –actual jefe interino de la Base– y el capitán José Fernández Prados.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain