Las hortalizas y los cítricos españoles, víctimas colaterales de las sanciones a Rusia
El conflicto y la depreciación del rublo obligan a países como Egipto a desviar sus importaciones a la UE
La guerra en Ucrania y las consiguientes sanciones impuestas a la Rusia de Vladímir Putin por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), cuya última versión se aprobó la semana pasada, tienen efectos secundarios en las economías del Viejo Continente y, particularmente, sobre una potencia exportadora –especialmente en términos agroalimentarios– como es España (octavo exportador del mundo y cuarto a nivel europeo). Solo el año pasado se vendieron productos agroalimentarios al exterior por valor de 60.118 millones de euros, un 11% más que en 2020. Sobre todo frutas (10.162 millones), productos cárnicos (8.819 millones) y hortalizas (7.461 millones). En concreto, debido a la cancelación del sistema Swift de pagos y la fuerte depreciación del rublo, países aliados como Marruecos, Egipto, Turquía o Israel, que habían ocupado el lugar dejado en el mercado ruso por las naciones europeas –entre ellas, España– tras la invasión de Crimea por Rusia en 2014, están empezando a desviar a Europa parte de estas exportaciones.
La voz de alarma la han dado desde uno de los sectores que más van a sentir esta sobreoferta: los cítricos y las hortalizas. «Toda esta incertidumbre, así como las dificultades para los envíos por el mar Negro, complican las operaciones con Rusia, por lo que es evidente que buena parte de esa oferta que antes se vendía allí, podría estar recalando en Europa o en el Reino Unido», apunta la presidenta del Comité de Gestión de Cítricos (CGC) Inmaculada Sanfeliu. En concreto, el país euroasiático importó en cítricos 1.095 millones de euros en 2020 de Turquía, Egipto y Marruecos, así como 1.071 millones en quesos y requesón; 978 millones en plátanos y 957 millones de euros en vino. Sanfeliu añade «que la situación es tal que ya se empiezan a observar contenedores en los puertos europeos que llegan sin tener un comprador». Más optimista se muestra Judit Montoriol, ‘lead economist’ y coordinadora del ‘Informe Sectorial Agroalimentario’ de Caixabank Research’: «No pensamos que el sector exportador español se vea excesivamente perjudicado por una mayor competencia de otros productores», apunta. Esta experta argumenta también que el principal proveedor de productos agroalimentarios de Rusia fue Bielorrusia que, en 2020, concentró una cuota de mercado del 14,9%. Le siguieron Turquía (5,6%) y China (4,8%). Sin embargo, Montoriol admite que «los cítricos pueden ser de los más afectados puesto que es el principal producto que Rusia importa».
Por su parte, el ministro de Agricultura, Luis Planas, ya advirtió en la reunión del jueves con sus homólogos europeos de esta situación y pidió la flexibilización de los ‘mecanismos de gestión de crisis’ previstos en la Política Agraria Común (PAC), como las retiradas de productos, y ejecutar las inversiones previstas. En cualquier caso, desde organizaciones agrarias como AVA-Asaja y Cooperativas Agroalimentarias coinciden en exigir igualdad de condiciones para poder competir. El director de Cooperativas Agroalimentarias, Enrique Bellés, apunta hacia la fuerte dependencia de las exportaciones de cítricos respecto del mercado comunitario. En concreto, desde el Comité de Gestión de Cítricos (CGC) que agrupa a empresas exportadoras y asociaciones cooperativas, estiman que el 85% de las ventas de naranjas, mandarinas, limones y pomelos tienen como destino la UE.
«No exportamos más a terceros países, porque los protocolos que nos exigen no son como los que les pedimos aquí», explica Bellés, que apuesta por «un cambio de mentalidad» que permita «estar mejor preparados para las exigencias de un mundo globalizado».
Escalada de los insumos
Desde organizaciones como la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex) añaden un agravante a todo lo anterior: sus costes de producción (luz, gasóleo, madera, cartón y plásticos) están disparados. Según el ‘Informe Sectorial’ de Caixabank Research, elaborado a partir de cifras del Ministerio de Agricultura, los costes de producción subieron de media el año pasado un 12,6%, aunque la energía se disparó un 35,6%, los fertilizantes un 16,8% y los piensos un 14,3%. Desde el sector hablan de incrementos de tres dígitos en algunas partidas. Algo que, argumentan los productores, no pueden trasladar a los precios y les resta competitividad.
Montoriol (Caixabank Research) reconoce que el conflicto en Ucrania añade leña al fuego («shock inflacionista», lo llama) y que la incertidumbre sobre la duración de la guerra dificulta estimar el impacto sobre el sector agroalimentario. Sin embargo, añade, que al ser un fenómeno global «nuestros principales competidores también están experimentando un nivel de alzas similar».