ABC (Andalucía)

Un soldado de España que fue clave el 23-F

- Teniente general del Ejército de Tierra A. MARTÍNEZ-FORNÉS

El teniente general Agustín Muñoz-Grandes Galilea (Sigüenza, Guadalajar­a, 1935Madrid, 2022) falleció el pasado viernes en su casa de Pozuelo de Alarcón a los 86 años después de una larga vida en la que prestó grandes servicios a España. Además de capitán general de la II Región Militar (Capitanía General de Sevilla) entre 1994 y 1998, y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Muñoz-Grandes fue ayudante de campo del Rey entre 1979 y 1983, y acompañó a Don Juan Carlos en momentos decisivos de la Transición como fueron los incidentes de la Casa de Juntas de Guernica y, unas semanas después, el intento del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Desde entonces, mantuvo siempre una relación cercana con el Rey.

Aquella noche del 23-F, Muñoz Grandes jugó un papel clave junto a Don Juan Carlos y al entonces secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo. Aunque el intento de golpe de Estado le sorprendió en su casa, «cuando empezó el lío, cogí el coche y en cinco minutos estaba en La Zarzuela. Allí estaba el Rey en chándal y con gran sorpresa en sus ojos», recordaba hace unos años en el diario ‘Levante-EMV’.

Una vez instalado en su despacho, que estaba al lado del de Don Juan Carlos, supieron en La Zarzuela que en los cuarteles se estaba corriendo la voz de que el Rey estaba al frente del golpe. Y tanto Don Juan Carlos como Fernández Campo y el propio Muñoz-Grandes realizaron todas las llamadas telefónica­s que pudieron para aclarar que el Rey estaba en contra de la asonada.

Por razones generacion­ales, Muñoz-Grandes conocía a muchos mandos intermedio­s –comandante­s y tenientes coroneles– repartidos por cuarteles de toda España, varios de ellos en la División Acorazada, y todos ellos recibieron la llamada de su compañero y pudieron conocer de primera mano lo que estaba sucediendo en La Zarzuela. «Los que teníamos contactos con las personas que estaban implicadas hablamos con ellas y contribuim­os en una pequeña medida a hacer de intermedia­rios del Rey», relató años después. MuñozGrand­es también conocía a los generales golpistas Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch, por los que sentía respeto y aprecio. De hecho, Milans del Bosch había sido capitán de la División Azul, de la que el padre de MuñozGrand­es –que también había combatido en la Guerra de Marruecos y en la Guerra Civil– había sido general. Y la noche del 23-F le tocó a él redactar el télex que el Rey envió a Milans con la orden de que retirara el estado de guerra de Valencia y depusiera su actitud.

Entre otras condecorac­iones, poseía la Grandes Cruces de San Hermenegil­do, del Mérito Naval con distintivo blanco y del Mérito Militar, y la medalla del Sahara.

El general Andrés Cassinello, que le tuvo a sus órdenes en Ceuta, decía de él que era «un militar de una pieza» y en la esquela que publicó su familia el pasado sábado en ABC, entre todos sus cargos, destaca uno: «Soldado de España». Tras recibir sepultura en la intimidad, su funeral se oficiará el próximo 21 de abril a las 20 horas en la Iglesia Catedral Castrense de Madrid.

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