ABC (Andalucía)

«La ONU debería enviar cascos azules»

Critica el papel de las organizaci­ones internacio­nes por no atajar los conflictos y dejar que se agraven

- M. J. ÁLVAREZ

Olexander Gnedykh Primer jefe de la misión diplomátic­a de Ucrania en España

Tiene 66 años, abrió la Embajada de su país en España en 1995 y estuvo al frente de ella tres años, hasta que se nombró al embajador. Curtido en mil batallas, le aguardaba la más difícil e inesperada, que le hizo dejar Kiev hace dos semanas para venir a Madrid.

—¿Por qué abandonó su país?

—Me empujó la llamada de un amigo. Me dijo: te espero en Madrid. Trae a quien quieras. Recorrimos Europa en coche mi mujer, dos niños de 2 y 5 años y su madre, que son casi familia. Tengo que agradecer el calor humano recibido en todo el trayecto.

—¿Cómo piensa ayudar a Ucrania?

—Incidiendo en los medios de comunicaci­ón por el papel de la OSCE, la ONU, la OTAN, la Cruz Roja...

—¿Cómo vive la guerra desde lejos?

—Con distintos sentimient­os y una gran preocupaci­ón. Si alguien es capaz de amenazar a Europa, al mundo, a la OTAN y a institucio­nes internacio­nales es un peligro. Y más si tiene armas nucleares.

—¿Cree que la guerra será larga?

—No soy experto militar; me gustaría que acabara ahora mismo, pero nadie lo sabe. Zelenski ha destacado la valentía de los combatient­es: están demostrand­o una dedicación total a su país. Estoy convencido de que vamos a ganar; los datos así lo demuestran: Rusia ha perdido en un mes más soldados que en la guerra de Afganistán, que duró diez años: 19.000 frente a 15.000.

—A priori, parece una lucha entre David y Goliat.

—Nuestras Fuerzas Armadas confirman que no es Goliat quien lucha contra nosotros. Son más fuertes que el bando ruso, que está retrocedie­ndo.

—¿Cómo valora el papel de la OTAN y de la UE en el conflicto?

—Están ayudando a mi país, pero deben ayudar más, con armas. No obstante, me sorprende que se esté matando a población civil y no hagan nada.

—¿Qué puede hacer la comunidad internacio­nal?

—Realizar cambios en la ONU, modernizar­la para que actúe rápida y adecuadame­nte ante cualquier eventualid­ad. Debe mejorar su papel y dejarse de resolucion­es que no sirven para nada en vez de enviar cascos azules.

—¿No cree que Occidente está limitado porque Ucrania no pertenece a la OTAN y por el tema energético y que de eso se aprovecha Putin?

—Putin está actuando en función de la reacción de la comunidad internacio­nal y no tiene ningún derecho a atacar ni a impedir respuestas. ¿Para qué existen la ONU, la OTAN...? Si usted y yo vemos que están matando a alguien, ¿qué hacemos? No podemos limitarnos a ser testigos. Esta guerra no solo afecta a Europa sino a todo el mundo.

—¿Qué le pide a Occidente?

—Que sea capaz de reaccionar ante los problemas. Y pienso que no hay limitacion­es. Cuando una ley no responde a los intereses de una sociedad, se aprueba una nueva. Los países miembros de la OTAN, la ONU y la OSCE tienen el mandato, la potestad, la capacidad y la responsabi­lidad de actuar en función de los conflictos que surjan.

—¿También militarmen­te?

—Eso depende de lo que decidan en función de la situación.

—Estamos hablando de esta guerra. ¿Se refiere a un envío de tropas?

—Tal vez... Al parecer, se dice que Putin quiere atacar también países de la OTAN. ¿Cuál debe ser la reacción?

—¿Aunque eso desemboque en la tercera guerra mundial?

—¿Entonces? Si se va a atacar a un país miembro de la OTAN... Las organizaci­ones internacio­nales tienen distintos niveles de actuación ante un problema. En cierto modo, todos hemos permitido que creciera un monstruo (Putin). Por eso, deben reaccionar a tiempo, no solo con declaracio­nes de intencione­s.

Guerra en Europa «Vamos a ganar. En un mes han muerto más soldados rusos que en la guerra de Afganistán, que duró 10 años»

—¿Teme que de alargarse la guerra se rompa la unidad de Occidente, el apoyo a Ucrania se debilite y que cada país priorice sus problemas internos?

—Hay que pensar si Ucrania merece ser apoyada o no. La gente tiene que elegir: entre la muerte y la esclavitud, entre vivir de rodillas o con dignidad y libertad.

—¿Vale más un acuerdo que no convenza del todo a seguir con esta masacre?

—Éramos un país neutral, no estábamos alineados a ningún bloque, éramos la tercera potencia nuclear y ratificamo­s el Memorándum de Budapest en virtud del cual cedimos a Rusia todo el arsenal. Ese pacto incluye garantías de seguridad frente a amenazas. No ha servido de nada. El acuerdo dependerá de la situación militar y de la decisión de Zelenski. ¿Dónde está la Agencia de Energía Atómica? ¿No tiene nada que decir sobre las centrales nucleares que Rusia tomó por la fuerza? ¿Sabe qué está prohibido sobrevolar zonas que albergan centrales? Los nazis rusos no solo lo incumplen, sino que lanzan proyectile­s. Puede ocurrir una desgracia.

—¿Cuál sería, a su juicio, la mejor solución para lograr un acuerdo?

—¿Y por qué una parte quiere decidir sobre la soberanía de otra? Respecto a la entrada de un país en la OTAN o en la UE, hace tiempo que estos aspectos se aclararon y competen a la entidad y al país aspirante, en este caso, Ucrania.

—¿Es consciente de que ni Ucrania ni Rusia volverán a ser igual?

—Mi país será mucho mejor. En cuanto al territorio, no sé... Me gustaría recuperar Crimea y las zonas ocupadas del Donbass. Y haré lo posible para que Putin pague por todo lo que ha hecho.

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// IGNACIO GIL Gnedykh, en un momento de la entrevista

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