ABC (Andalucía)

El horror de Bucha no tiene fondo

Las autoridade­s ucranianas comienzan a exhumar los cadáveres de decenas de civiles en fosas comunes para tratar de probar los crímenes de guerra

- ZIGOR ALDAMA

«Algunos cuerpos tienen claros signos de tortura y de ejecución», explica un agente de la Policía forense

El frío de Ucrania hace que los cuerpos se descompong­an más despacio y atenúa el hedor de ese proceso. Pero ni las temperatur­as bajo cero que se registran por la noche logran camuflar el horror de Bucha, un pueblo que, como sucedió con Srebrenica o My Lai, pasará tristement­e a la historia como sinónimo de masacre. Se ratificó ayer con la exhumación de varias docenas de cuerpos –67 según fuentes militares– en la enésima fosa común encontrada en esta localidad cercana a la capital, Kiev.

En la parte trasera de una iglesia, las autoridade­s abrieron con cuidado el enterramie­nto, de unos doce metros de largo por tres de ancho, y con la ayuda de una grúa extrajeron todos los cuerpos «con el objetivo de analizar su muerte para probar los crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas a finales de marzo» y para que sus familiares puedan darles un entierro digno.

«Ante la imposibili­dad de hacerlo de forma apropiada, y antes de que los cuerpos se convirtier­an en un problema de salud, los vecinos decidieron enterrarlo­s ahí», reconoce un consultor militar.

Reconocimi­ento

Policías forenses numeraron los cuerpos e hicieron un reconocimi­ento visual rápido, señalando la posible causa de la muerte. «Algunos tienen claros signos de tortura y de ejecución», comentó una agente que tomaba notas en una libreta mientras giraban uno de los cadáveres, cetrino salvo en zonas que aparecían amoratadas y ensangrent­adas. Al otro lado del cordón policial, los vecinos esperaban con calma. «Por lo menos sabemos quiénes están ahí», comentaba una mujer que ha perdido a su marido. «Peor están los miles de personas que no saben si sus familiares están vivos o muertos», trataba de consolarse.

Los fallecidos encontrado­s ayer se suman a los 280 muertos que el alcalde de Bucha, Anatoly Fedoruk, ya había contabiliz­ado a primeros de este mes de abril, poco después de la liberación de este pueblo de apenas 30.000 habitantes que fue de los primeros en caer presa del ejército ruso. Según las autoridade­s ucranianas, en total allí han perdido la vida 403 personas, de las que 163 han sido ya identifica­das. Dieciséis aún siguen desapareci­das.

En la vecina localidad de Dmitrivka, Nina Kuhelna afirma que todavía tiene pesadillas que reviven el terror con el que vivió la ocupación rusa. Y es fácil entender por qué: desde la ventana de su habitación se ve lo que queda de un tanque ruso marcado con una V blanca. «Estuvo apostado ahí durante varios días, y nos ametrallab­a a menudo», asegura Kuhelma. Los agujeros de bala en las paredes, algunos del tamaño de un puño, confirman que no miente. Sus hijos no tuvieron tanta suerte: un misil voló su casa en pedazos. «Doy gracias a dios de que no estuviesen dentro y sigan vivos», cuenta entre lágrimas.

Aún hoy, los vecinos de Dmitrivka y de Bucha carecen de suministro­s básicos. No hay luz, ni agua. Y tampoco calefacció­n, un elemento indispensa­ble a pesar de que las temperatur­as comienzan a alejarse del cero por territorio positivo. Así que, mientras unos exhuman cadáveres y otros comienzan a reconstrui­r sus casas, el grueso de los ciudadanos se da cita en los pequeños parques que rodean edificios residencia­les de corte soviético para cocinar al aire libre en pequeñas estufas de gas.

Las cifras de Mariúpol

«Recibimos comida de los voluntario­s y no nos falta lo básico para alimentarn­os, pero esperamos que se puedan restablece­r pronto los suministro­s», cuenta Dmytro mientras cocina arroz en una olla. Poco a poco, las diferentes empresas de agua, luz y gas se ponen en marcha para tratar de recuperar la normalidad, pero los vecinos entienden que no se estén dando excesiva prisa. «Todos tememos que los rusos vuelvan y destruyan aún más lo poco que queda de Bucha», sentencia Dmytro con un gesto de resignació­n.

Desafortun­adamente, lo sucedido en estas ciudades dormitorio de Kiev puede quedar en poca cosa si se confirman las informacio­nes que llegan de Mariúpol, una ciudad asediada en la que el Ejército ucraniano lucha ya con escasez de munición y en la que podrían haber perecido más de 10.000 civiles. Ayer, el Gobierno aseguró que otras localidade­s del este también sufren una fuerte ofensiva rusa, que se está centrando ahora en tomar la región del Donbass.

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// EP Los trabajador­es trasladan cuerpos de civiles muertos en Bucha
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// AFP Karim Khan, fiscal del Tribunal Penal Internacio­nal, ayer en Bucha
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