Lo que va de Tarradellas a Xavi
Hablar de «catalanes» como un todo uniforme es una memez histórica
La medida de la involución en Cataluña es lo que va de Josep Tarradellas a Xavi Hernández. Hace casi 45 años, el político regresó a España tras una vida sosteniendo la Presidencia de la Generalitat en el exilio. Llegó, se reunió con Suárez, y salió al balcón de la plaza de Sant Jaume. Ojo a lo que dijo, cada palabra es importante: «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí». No dijo «catalanes», dijo «ciudadanos de Cataluña». Es el momento fundacional de una etapa en la que Cataluña alcanzó sus mayores niveles de autogobierno y en las que Barcelona se situó en la vanguardia de Occidente. Así fue hasta que algunos se creyeron que eso era porque ellos eran especiales y surgió ese tufillo supremacista que les está llevando al desastre.
El otro día, el entrenador del Barça, Xavi Hernández, se lió aplicando el pensamiento único al balompié: «Si no ganamos jugando bien, no estamos contentos. Así somos los catalanes, no sé cómo será en Madrid». Así que Xavi considera que todos los catalanes tienen un mismo modo de ver el fútbol y la vida –el que él considera el mejor, claro– y que cree que en Madrid sucede lo mismo. Pero no, ni todos los catalanes son iguales, ni todos son aficionados del Barça, ni todos los aficionados del Barça son catalanes, ni una sociedad con pensamiento uniforme es algo a envidiar. Cuando la sociedad catalana camina por la senda de la frustración ante lo que supuso el ‘procés’, Xavi habla de catalanes como un colectivo uniforme. Es la misma memez que utiliza recurrentemente el nacionalismo: no hablar de personas, o de ciudadanos, sino de territorios.
Cuando yo estaba en segundo de BUP a comienzos de los 90 un profesor hizo una pregunta a los alumnos: ¿cuántos de vosotros habéis nacido en Madrid? Levantamos la mano la mayoría. ¿Cuántos tenéis padre y madre de Madrid? Levantaron la mano menos de la mitad. ¿Y los cuatro abuelos? Solo uno levantó la mano. Tal vez por eso a los madrileños (algunos de origen catalán), y también a los madridistas, es difícil meternos en un mismo saco, porque hay tantas miradas como procedencias. Y como ciudadanos, en este caso de Madrid.