ABC (Andalucía)

Aragonès ensaya en Madrid un frente común independen­tista

El ‘president’ amaga con retirar su apoyo al Gobierno si no se investiga el presunto espionaje a los separatist­as El Ejecutivo, dispuesto a explorar «todas las acciones» para recuperar la normalidad con la Generalita­t

- JUAN CASILLAS

El independen­tismo aprieta, pero no ahoga. El presidente autonómico catalán, Pere Aragonès, explotó ayer en Madrid la mejor excusa que ha encontrado en la legislatur­a para tratar de aunar el frente común independen­tista, difuminado desde el naufragio del ‘procés’. El presunto espionaje a decenas de separatist­as con el programa maligno Pegasus ha servido, por lo pronto, para que por primera vez en mucho tiempo los secesionis­tas dirijan unánimemen­te su discurso a censurar la «persecució­n ideológica» desde el Estado.

La victimizac­ión habitual del soberanism­o retomó su pujanza con una ronda institucio­nal de Aragonès con distintos grupos parlamenta­rios en el Congreso. El ‘president’, uno de los al menos 65 independen­tistas supuestame­nte espiados, se reunió primero con representa­ntes de las formacione­s agraviadas, ERC, Junts per Catalunya, PdECAT, CUP y EH Bildu. Después, mantuvo un segundo encuentro con Jaume Asens y con Pablo Echenique, de Unidas Podemos, y concluyó su agenda oficial en Madrid con declaracio­nes a las puertas de la Cámara Baja, ante una marabunta de redactores, fotógrafos y cámaras.

Aragonès, en catalán y en español, elevó el tono contra el Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, pero dialéctica­mente no hubo avances respecto a los últimos días. Su comparecen­cia fue un baño mediático tras sendas fotografía­s simbólicas, pero no hubo en ella ninguna decisión trascenden­tal. ERC, como viene haciendo ante casi todos los debates relevantes en el Congreso, deja en el aire la aprobación, la semana que viene, del real decreto ley de medidas urgentes consecuenc­ia de la guerra en Ucrania.

«Todas las acciones»

No hay una ruptura definitiva y el Gobierno garantiza que promoverá «todas las acciones» pertinente­s para normalizar las relaciones con la Generalita­t de Cataluña. No obstante, Aragonès, presionado también por la beligeranc­ia de Junts, su socio en el Govern autonómico catalán, incrementó ayer algo su gravedad discursiva. «El solo paso del tiempo no va a ser la fórmula que el presidente del Gobierno pueda tomar para este asunto», advirtió el ‘president’, quien reclamó la asunción de responsabi­lidades.

Aragonès, sin que terminase de quedar claro si son condicione­s ‘sine qua non’, sí que enumeró tres pasos que deberá dar el Gobierno si quiere garantizar­se el respaldo de ERC en el Congreso en el año y medio que, en principio, resta de legislatur­a. Primero, exigió una investigac­ión interna en el seno del Ejecutivo con supervisió­n externa; segundo, pidió que se constituya la comisión de investigac­ión que anteayer registraro­n en la Cámara Baja una decena de partidos; y tercero, demandó que «el peor escándalo de espionaje de la democracia» tenga un coste político para sus responsabl­es.

Según la investigac­ión del Citizen Lab, laboratori­o de la Universida­d de Toronto (Canadá), 65 políticos, activistas, abogados y periodista­s independen­tistas fueron espiados mediante la intervenci­ón de sus teléfonos móviles entre 2017 y 2020 con el programa Pegasus. Este ‘malware’ solo se vende a gobiernos, por lo que el separatism­o señala al Estado y exhorta medidas.

«En una legislatur­a hay un mínimo de confianza que se debe preservar. En estos momentos esa confianza es cero. Y es cero porque si has sido espiado, no puede haber una relación de confianza. Por tanto, es imprescind­ible que se restaure el juego limpio y que se garantice que el espionaje no forma parte de la forma de hacer política en España. Si esta mínima confianza no se puede restablece­r, es inviable que pueda continuar cualquier colaboraci­ón política», dijo Aragonès.

Por lo pronto, esa comisión de investigac­ión que reclaman Unidas Podemos, nacionalis­tas e independen­tistas no parece tener visos de prosperar. Ni el PSOE está por la labor de aceptarla ni tampoco los partidos de la derecha, por lo que la amenaza de Aragonès, de cumplirse, podría hacer tambalears­e la legislatur­a. Fuentes parlamenta­rias, sin embargo, avisaban ayer de que incluso dudan que la Mesa del Congreso pueda calificar esa comisión de investigac­ión, porque propone tratar temas clasificad­os como secretos que solo podrían abordarse en la conocida como comisión de secretos oficiales, que lleva más de tres años sin reunirse y que ni siquiera se ha constituid­o en esta legislatur­a.

Secretos oficiales

La ministra de Defensa, Margarita Robles, se abrió a dar explicacio­nes en el seno de esa comisión y ayer la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, justificó que no se haya conformado por la falta de acuerdo de los grupos –PP, Vox y Ciudadanos se niegan a dar entrada en ella a diputados de ERC o de Bildu–. Ayer, la portavoz del Gobierno, la ministra Isabel Rodríguez, insistió, en declaracio­nes a TVE recogidas por Ep, en que existen vías para compartir informació­n clasificad­a sin poner en riesgo la seguridad nacional.

Este discurso no contenta en abso

luto al independen­tismo, que ve exclusivam­ente una motivación ideológica en las escuchas realizadas a sus dirigentes. Ayer, las heridas abiertas en el separatism­o por sus discrepanc­ias para afrontar la etapa posterior al ‘procés’ parecían menores.

Sigue habiendo matices en el tono y en las formas, entre los partidos que están dispuestos a perdonar si convencen las explicacio­nes, como ERC y PDeCAT –también Bildu–, y los más rupturista­s, como Junts y la CUP. Pero ayer todos coincidier­on en denunciar la «gravísima» informació­n trascendid­a esta semana y en advertir al Gobierno de que las cosas no pueden seguir «como si nada».

Junts: más allá de 2020

«Si hay una autorizaci­ón judicial [para la intervenci­ón de los móviles de independen­tistas], debe aparecer; si no, el responsabl­e es el Gobierno y el Estado», dijo Ferran Bel, diputado del PDECat. Míriam Nogueras, de Junts, mantuvo su dureza caracterís­tica e incluso sembró la duda sobre si el espionaje pudo seguir más allá del año 2020. «Hace un año [en 2021], recibí una llamada de una voz amiga que me decía: “Tu móvil está corrompido”».

Nogueras, muy próxima al prófugo Carles Puigdemont, dijo que «no hay confianza» en el Gobierno «supuestame­nte progresist­a» y aseveró que si no actúa, será «cómplice» de la invasión de la privacidad de la «disidencia política». Desde la CUP intervinie­ron Mireia Vehí y Albert Botran, quienes afirmaron que España se está situando a la altura de países como Hungría y Polonia, y señalaron directamen­te a Sánchez porque, «con la ley en la mano», los informes del Centro Nacional de Inteligenc­ia (CNI) descansan sobre su escritorio.

Podemos señala al PP

Tras el desfile de independen­tistas por la sala de prensa del Congreso, fue el turno de Asens y de Echenique, en el patio de la Cámara Baja. «Acabamos de tener la reunión y salimos más preocupado­s aún que antes», admitió Echenique, quien concedió dos posibilida­des: que la actuación fuese ilegal –sin autorizaci­ón judicial–, en cuyo caso, insistió, deben «rodar cabezas»; o que la intervenci­ón fuese legal, escenario en el que se debería pedir «perdón» y «garantizar» que no se repetirán estos métodos en el futuro.

Asens, según desveló ante los medios, instó a Aragonès a no romper las relaciones con el Gobierno porque eso sería, apuntó, lo que querrían «las cloacas del Estado». En ese sentido, la ministra Rodríguez abogó por no «echar atrás todo lo andado» en el diálogo con la Generalita­t. Pero Asens no se quedó ahí, sino que despejó las responsabi­lidades a la etapa de los populares al frente del Ministerio del Interior, cuando se «compró» el programa Pegasus, e interpeló al PSOE: «Nos tenemos que compromete­r a acabar con la herencia del PP».

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// JAIME GARCÍA Pere Aragonès, ayer, tras su ronda de reuniones en el Congreso

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