«La obligación del cineasta es ir a buscar al público, no que el público te busque a ti»
▶ Con ‘Veneciafrenia’, que estrena hoy en cines, pone el foco en quienes se ocultan bajo la máscara del móvil
Con las ojeras tan profundas como la mirada que su cámara lanza al turismo masificado de Venecia, Álex de la Iglesia se presenta a la entrevista con su primer rato libre en días. Aunque eso no significa que pueda descansar: lleva rodando varias jornadas seguidas de madrugada, y esta noche le toca de nuevo. «Estoy hablando con veinte personas a la vez por guasap», dice, y no exagera: está inmerso en la producción de cinco títulos al tiempo que rueda la segunda temporada de ‘30 monedas’ y no para de hablar de ‘Veneciafrenia’, la película que hoy estrena en cines. Un retrato de la destrucción que deja el turismo que descubre las joyas de una ciudad como fondo de sus selfis. Lo hace a través de un grupo de jóvenes que viaja de despedida de soltero a Venecia porque es más barato que ir a la de Las Vegas, la de cartón piedra, en la que lo hubieran pasado mejor.
—Desde la primera escena vemos el móvil como una pantalla por la que los turistas miran la ciudad...
—Hay un intento desesperado por parte de todos de convertir en ficción todo lo que nos rodea. Queremos que la vida sea una proyección al margen de nosotros para limpiarnos de responsabilidades. Es mucho más cómodo pensar que los males de este mundo no nos pertenecen, que son responsabilidad de grandes instituciones o de la mala gestión de los gobiernos, y no: todo depende de nosotros. Nosotros somos parte del drama.
—El móvil es la máscara de hoy, como antes era la del carnaval de Venecia…
—Yo necesito el móvil para que me filtre la vida y para entender las cosas. No es una crítica ni una lección de ‘esto es lo bueno’ o ‘esto es lo malo’, Dios me libre, yo soy un turista más y yo todo lo veo a través del móvil. Pero nos encontramos en un momento en el que el móvil es una máscara, una máscara para que te reconozcan y también para desaparecer. Te pones esa máscara y no eres responsable de tus actos.
—Hoy hay mucho turista pero poco viajero, igual que se produce más audiovisual que nunca pero se va menos al cine… ¿Es el fin de una época?
—Ahí no soy nada purista. No existe mejor momento para el audiovisual que el presente. Como espectador adoro y venero el pasado, pero como realizador ni un solo segundo. Vivimos un momento de euforia como nunca, hay una demanda de producto enorme y una enorme libertad para realizarlo. Ahora hay que esforzarse para hacer un producto que atraiga la atención del espectador, y eso es maravilloso.
—¿La democratización de la cultura ha ayudado a que se comprenda eso…?
—El hecho mismo de que ahora sea inblico. finitamente más fácil comunicar genera mucho ‘spam’, pero también es una revolución fascinante de la que no somos conscientes porque estamos muy cerca del fenómeno: la aparición de las redes sociales tiene la importancia de la imprenta de Gutenberg, o la supera con creces.
—Hay más libertad pero en el cine, las películas de clase media están tendiendo a desaparecer...
–No me parece un problema, me parece un desafío. Hay que entender cómo funcionan las cosas para generar un producto que te satisfaga a ti como creador y al mismo tiempo interese al púEl primer paso es no esperar a que vengan a verte, sino ir a buscar a la gente. Si la gente está en el cine, vas al cine; si la gente está en su casa, vas a su casa. Tu obligación es buscar al público, no que el público te busque a ti.
—Suena al famoso discurso con el que se despidió como presidente de la Academia hace más de una década...
—El tiempo me ha dado la razón. Todavía recuerdo discursos de gente que decía que internet no es el presente.
—Como productor y creador, viviendo en el mundo de lo políticamente correcto, del miedo a la cancelación… ¿Cómo afecta al trabajo?