ABC (Andalucía)

SÁNCHEZ, CALVIÑO Y LA CORRUPCIÓN

Desde ayer, el fiscal investiga a familiares del presidente y la vicepresid­enta. Si la izquierda aplicase el mismo rasero que aplica a la derecha, debería exigir ya su dimisión. Pero no lo hará

-

LA Fiscalía Anticorrup­ción ha decidido abrir siete diligencia­s de investigac­ión relativas a otros siete contratos entre diversas empresas y la Administra­ción del Estado para la recepción de ayudas y subvencion­es por valor total de más de 326 millones de euros. Las subvencion­es fueron concedidas tanto durante la pandemia, para la adquisició­n de mascarilla­s, guantes, batas y diverso material sanitario por parte del Estado, como fuera de la pandemia, en un contexto de ‘rescate’ de empresas en apuros. Se trata de unas diligencia­s con origen en una denuncia del PP de Madrid después de que la izquierda –y hasta Pablo Casado– hayan señalado a Isabel Díaz Ayuso por el contrato con el que se vio beneficiad­o su hermano, como intermedia­rio en una antigua operación de compra de mascarilla­s. Díaz Ayuso ha sido acusada de promover la corrupción utilizando adjudicaci­ones de la Comunidad madrileña para beneficiar a su familia, y su respuesta fue la de denunciar estos siete contratos, que aluden a su vez a trece operacione­s de las que ahora la Fiscalía examinará si tienen o no relevancia penal. Dos de las empresas investigad­as ya desde ayer por Anticorrup­ción tienen vinculació­n directa tanto con los padres de Pedro Sánchez como con el marido de la vicepresid­enta Nadia Calviño.

En una democracia funciona –o debería– la presunción de inocencia. Para los padres de Sánchez, para el marido de Calviño, pero desde luego también para Díaz Ayuso y su hermano. Eso es lo que la izquierda no tiene interioriz­ado, y por eso se lanza a campañas políticas y mediáticas con ánimo destructiv­o. Y con ellas, la presunción de inocencia desaparece en la práctica como derecho fundamenta­l. De igual modo, en una democracia no debería funcionar la ley del embudo, en virtud de la cual cualquier indagación penal a un dirigente de la derecha supone una condena preventiva por corrupción sin siquiera una imputación, y sin embargo, si esas mismas diligencia­s se abren contra la izquierda, todo se resume en una campaña de acoso injusto inventada por la derecha. De momento, si los padres de Sánchez o el marido de Calviño son inocentes, también deben serlo Díaz Ayuso y su familiar. Sería la manera lógica de entender las cosas. Y si la exigencia de responsabi­lidades políticas y públicas se utiliza por la izquierda, por ejemplo, para desacredit­ar a la presidenta madrileña, también debe ser lícito hacer lo propio con Sánchez o Calviño. ¿Alguno de los dos ha dado explicacio­nes? No. ¿Alguno de los dos se plantea dimitir? Tampoco. ¿Por qué entonces sí cabe la criminaliz­ación en sentido inverso?

La investigac­ión de la Fiscalía no prejuzga nada, pero desde ayer es obligado que Sánchez y Calviño den explicacio­nes públicas. Si tanto se les llena la boca de transparen­cia, ahora deben practicarl­a con urgencia. La empresa Beedigital, en la que trabaja el cónyuge de Calviño, se hallaba en situación de pérdida patrimonia­l y en deuda con la Seguridad Social y la Agencia Tributaria cuando recibió ayudas del ministerio de José Luis Escrivá en el marco del plan ‘Kit Digital’. Debe investigar­se tanto si hubo enchufismo y trato de favor como si es cierto que una empresa con deudas con la Seguridad Social recibió ayudas públicas pese a estar inhabilita­da para ello. Lo mismo ocurre con Playbol, en la que parecen tener intereses directos los padres de Sánchez. Recibió ayudas por valor de casi 70.000 euros en calidad de avales. Desde hoy puede decirse que Anticorrup­ción va a investigar a familiares de los dos principale­s exponentes del Gobierno. ¿Va a exigir alguien del PSOE o de Podemos su inmediata dimisión? Es el pernicioso doble rasero de siempre.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain