Ningún tribunal quiere asumir la investigación por la tragedia del Pitanxo
El juzgado de Marín lo rechaza porque el naufragio sucedió en aguas internacionales
Dos meses después del peor naufragio de un pesquero español de los últimos cuarenta años, la investigación por la muerte de los veintiún marineros del Villa de Pitanxo sigue, paradójicamente, en tierra de nadie. El primero en dar un paso atrás en la encomienda para aclarar lo que sucedió a bordo del barco el pasado 15 de febrero fue el Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional que, tras recibir el atestado de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra sobre el accidente, decidió inhibirse en favor del Juzgado de Instrucción número 2 de Marín. El titular del primer juzgado argumentó en su día que Marín es la localidad donde radica el puerto base del buque y que la competencia en este caso es del juez territorial y no de la Audiencia Nacional. Sin embargo, la titular de Instrucción número 2 de Marín se descolgó ayer manifestando que el suceso tuvo lugar «en aguas internacionales» –el buque faenaba en Terranova (Canadá)– por lo que rechaza hacerse cargo de las pesquisas.
Entre los argumentos esgrimidos para no aceptar la investigación sobre las posibles irregularidades que se pudieron cometer en el pesquero, la magistrada gallega pone el acento en que «la competencia en estos supuestos corresponde a los Juzgados Centrales de la Audiencia Nacional, por tratarse de delitos cometidos fuera del territorio nacional», con lo que devuelve la pelota al tejado de la Audiencia. En su escrito, la titular también hace referencia al informe de la Fiscalía «en el que asegura que hay elementos indiciarios para investigar al capitán». Sobre este extremo, determinante a la hora de depurar responsabilidades, la jueza aclara que «no consta que esa persona que podría ser investigada en la instrucción penal tenga su residencia en el partido judicial de Marín, sino en el de Cangas».
La noticia del rechazo de la causa por parte de Marín sorprendió a los familiares de los tripulantes fallecidos, que lo entienden como un obstáculo más en el camino para llegar a la verdad de lo sucedido, aunque no lo ven como el principal problema. «La verdad es que no esperábamos esta resolución. Tendremos paciencia y esperaremos a que el Tribunal Supremo decida qué órgano es el competente, pero lo que nos preocupa ahora es la negativa a bajar al buque. El barco hundido es la fuente para resolver muchas incógnitas», lamentó en declaraciones a ABC la portavoz de las familias de los catorce marineros cuyos cuerpos siguen desaparecidos en
Las familias piden que se baje al barco para saber qué provocó el accidente ante las contradictorias versiones de los tres supervivientes
aguas de Terranova. A su entender, el pesquero guarda las claves del hundimiento y es el único testigo capaz de arrojar luz sobre lo ocurrido en los minutos previos a que la nave se fuese a pique. «No es complicado medir la profundidad con un sónar, no entendemos que digan que hay impedimentos legales», dice la afectada. Sus palabras entroncan con el escenario que las familias descubrieron cuando los tres supervivientes del naufragio llegaron a tierra y sus versiones colisionaron frontalmente. De un lado, el patrón del Pitanxo y su sobrino aseguran que el motor se paró, el barco no pudo virar y entonces se fue a pique.
Sin embargo, el tercer superviviente, Samuel Koufie, mantiene que primero se produjo un fallo en el aparejo que mueve las redes y que la negativa del capitán a desprenderse de la pesca provocó el hundimiento. Es más, en su versión de los hechos Koufie afirma que todos los marineros, incluido su sobrino, pidieron a gritos y de forma airada al patrón que soltara los aparejos, algo que no hizo y que provocó una escora capaz de sentenciar al pesquero en minutos. El marinero también explicó que le sorprendió que cuando llegaron al puente tanto el patrón como el sobrino llevasen puesto el traje salvavidas, y que él resistió cinco horas a la deriva dentro de una lancha agujereada y en vaqueros porque logró mantener buena parte de su cuerpo fuera del agua.