El enigma de la talla de la Virgen de la Cabeza
Hasta tres teorías coexisten sobre el paradero de la imagen desaparecida tras el asedio republicano al Santuario de Andújar el 1 de mayo de 1937
La imagen original de la Virgen de la Cabeza, esculpida en el siglo XIII, medía en torno a 60 centímetros y estaba tallada en madera de cedro. Así la recuerdan quienes la veneraron antes de que desapareciera hace justo 85 años en el marco del asedio de las tropas republicanas al santuario de Andújar en el que resistió el capitán Cortés con 232 guardias civiles. Tras perderse su pista surgieron tres hipótesis sobre su paradero: fue escondida, fue trasladada, fue destruida.
En la idealización del asedio aventada por el franquismo encajó a la perfección la teoría de que Cortés escondió poco antes del asalto final del 1 de mayo de 1937 la imagen para evitar su profanación cuando cayera en manos republicanas. La pátina heroica de la historia no anula del todo la verosimilitud: familiares de supervivientes aseguran que el capitán y dos de los suyos se llevaron a la Virgen tapada con mantas y un saco para esconderla en algún lugar del cerro.
Hallazgo
La segunda hipótesis se apuntala en una publicación de ABC. En su número 10.493, correspondiente al 7 de octubre de 1939, este periódico publicó en la sección Actualidad Gráfica que la escultura de la Santísima Virgen de la Cabeza había sido encontrada en Valencia. Concretamente, en la casa de un chófer. Quienes tiraron del hilo aseguran que el conductor era un católico que había estado durante la Guerra Civil al servicio de un oficial republicano.
La tercera teoría sostiene que fue destruida. La avala el testimonio de Juan Pedro Cortés, hijo del capitán, quien expuso que la imagen estaba guardada en una alacena tallada en la roca, situada en una planta baja de la hospedería del santuario. Y de otro testigo, José Liébana, que tras el asalto observó mientras le interrogaban, una hoguera, entre cuyos rescoldos destacaban ornamentos sagrados. Aseguró que avistó junto a la ceniza el manto de La Morenita.
Hace cinco años, en el 80 aniversario de la desaparición, el entonces rector del santuario, Domingo Conesa, expuso que la hipótesis de la destrucción era la más plausible. «Lo más probable es que la quemaran», dijo el sacerdote de la orden trinitaria, congregación que buscó infructuosamente la imagen de la Virgen de la Cabeza, cuya última estancia probada fue la alacena a la que fue trasladada tras destruir una bomba su camarín el 5 de noviembre de 1936.
La desaparición de la imagen original motivó que en 1944 fuera sustituida por la actual talla, de madera policromada y estofada en oro, esculpida por el imaginero granadino José Navas Parejo. En su descripción de la escultura el portal Virgendelacabeza.net destaca que María está sentada sobre un sitial sin respaldo, «sosteniendo al Divino Hijo en su brazo izquierdo, mientras con el derecho ofrece un madroño dada la abundancia de este fruto en la sierra».
Aparición
La talla se mantiene como eje de una de las romerías más antiguas de España. En 1230, tres años después de que la Madre de Dios se apareciera al pastor de Colomera en el cerro del Cabezo se celebró la primera peregrinación. Pasados casi cuatro siglos su fama era tanta que de su relevancia dan fe los más grandes escritores que vieron los siglos y esperan ver los venideros: Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca la citan en sus obras.
La persistencia de la devoción católica explica que cerca de ocho centurias después participen decenas de miles de fieles en la romería de la Virgen de la Cabeza entre el 23 y el 25 de abril. La previsión de asistencia para este año es aún mayor, dado que a causa de la pandemia de coronavirus se suspendieron los actos en 2020 y 2021. Las ganas de romería son tantas que han sido movilizados centenares de agentes de las fuerzas públicas para que todo transcurra en orden durante este fin de semana de romería, primera gran romería andaluza tras los dos años de restricciones por la pandemia.