Transnistria enseña la patita
La presión de las tropas rusas se centra en el Donbass donde, a partir de Izium y Kreminna, siguen –aunque lentamente– ganando terreno. Habiendo alcanzado Novotoshkvis’ke, se van aproximando al trapecio Sloviansk-Kramatorsk-Kostiantynivka-Artemivsk. Asimismo, se han bombardeado instalaciones logísticas en Zaporiyia y las posiciones ucranianas en Járkov. También se siguen machacando las residuales en Mariúpol. La ‘maniobra’ artillera se está empleando a fondo.
La tensión en el sur está chisporroteando del Dniéper al Dniéster. Transnistria, la secesionista y alargada región moldava rusófila, encajonada entre el Dniéster y la frontera ucraniana, parece empezar a hervir. En los últimos días se han producido explosiones y hostigamientos a intereses y unidades rusas allí estacionadas desde los 90, en supuesta misión de mantenimiento de la paz. ‘Desórdenes’ que podrían servir de excusa para una implicación más directa (intervención) de Rusia en la zona.
Esa es solo una posibilidad porque, mientras la batalla del Donbass esté en curso, las tropas rusas, previsiblemente, no estarían en condiciones de abrir un nuevo frente al oeste de Odesa. Si bien ello supone una amenaza a Odesa por el oeste, hasta ahora no suficientemente contemplada, que obliga al Estado Mayor ucraniano a dejar allí fijadas fuerzas de defensa. El punto más sensible se localiza en el puente Pidyomnyy que, al sur del estuario del Dniéster, entre Karolino-Buraz y Zatoka, es la única vía de comunicación, exclusivamente ucraniana (la del norte por Palanca pisa terreno moldavo), que comunica la franja de terreno bajo control de Kiev, al sur de Moldavia, con el resto del país.