Los arcos dorados
El ideal de interconexión económica como incentivo para la paz también ha sido destruido por Putin
Desde que Rusia invadió Ucrania el pasado 24 de febrero, se estima que la UE ha pagado a Moscú más de 47.000 millones de euros por petróleo y gas. Cantidad astronómica que ilustra la contradictoria tesitura occidental: respaldar y ayudar al Gobierno de Kiev mientras simultáneamente se sufragan las ambiciones imperiales de Vladímir Putin para unificar bajo una misma bandera el ‘Russkiy Mir’ o Mundo Ruso.
Con diferentes niveles de respaldo, la Unión Europea quiere recortar a un mínimo su multimillonaria financiación del Kremlin. Y en la sexta ronda de sanciones consensuada por Bruselas se incluye la costosa prohibición de importar petróleo de Rusia. Un embargo posible gracias a la reducción acelerada y significativa de la dependencia de Alemania del petróleo ruso, pasando en dos meses del 35% del total de sus importaciones a un 12%.
En el balance de los daños provocados por la guerra de Putin debemos sumar la destrucción del ideal de interconexión económica como incentivo para la paz. Durante muchos años se ha hablado de la teoría de los Arcos Dorados (símbolo de una conocida cadena internacional de comida rápida). A modo de corolario a la paz democrática, se descartaban guerras entre países con economías abiertas que permitieran el desarrollo de clases medias con capacidad de consumo como para hacer viable el negocio de McDonald’s.
La guerra de Ucrania no sólo está reconfigurando el orden estratégico y político en Europa, sino que también está cuestionando la presunción de que la integración económica, comercial y financiera servía para evitar conflictos bélicos. Por mucho que para justificar la distensión con la Unión Soviética Henry Kissinger argumentase a favor de «crear vínculos que incentiven la moderación».
Como ha explicado con elocuencia Anne Applebaum: «Nos convencimos de que no había nada malo en enriquecer a los dictadores y a sus compinches. El comercio, imaginábamos, transformaría a nuestros socios comerciales. La riqueza traería el liberalismo. El capitalismo traería la democracia y la democracia traería la paz».