ABC (Andalucía)

El móvil del Gobierno

Salvo Podemos, que quiere tumbar a Robles antes de la cumbre de la OTAN, el Gobierno no sabe bien adónde va

- JOHN MÜLLER jmuller@abc.es

Cuando Carlos Alsina le preguntó ayer en Onda Cero a la ministra portavoz qué les había hecho pensar que proclamar a los cuatro vientos que los teléfonos del presidente y la ministra de Defensa habían sido ‘hackeados’ contribuir­ía a la seguridad nacional, esta respondió que España es el cuarto país del mundo y el segundo de Europa que más garantías de cibersegur­idad ofrece. También dijo que la denuncia era un acto de transparen­cia, la misma de la que carece el Gobierno cuando oculta los detalles de los viajes del presidente en su Falcon. Está claro que el problema del Gobierno son los móviles.

La gestión oficial de este asunto está siendo lamentable, pero ha conseguido ocultar el ambiente de desconcier­to que empezó a despuntar hace unas semanas con la invasión de Ucrania. Salvo Podemos, que está determinad­o a tumbar a la titular de Defensa o a la jefa del CNI antes de la cumbre de la OTAN de junio, nadie sabe muy bien cuánta vida le queda a la coalición Frankenste­in. Esta creación de Pablo Iglesias está resultando difícil de cabalgar por Yolanda Díaz. El desconcier­to también se percibe en la actitud de resignació­n con que los socialista­s encaran las elecciones andaluzas.

Y el espionaje oculta los errores de Teresa Ribera, vicepresid­enta tercera, quien ha sido señalada por Bruselas por no haber enviado junto con Portugal su propuesta para limitar el precio del gas. Poco a poco van trascendie­ndo, además, las críticas de Argelia que consideran a Ribera un obstáculo para un entendimie­nto por su desprecio hacia los combustibl­es fósiles. Por último, tampoco ha alcanzado estado público que la cacareada reforma tributaria de María Jesús Montero, ministra de Hacienda, ha pasado a mejor vida. La actualizac­ión del Programa de Estabilida­d enviada a Bruselas es clara al señalar que por el lado de los ingresos no se plantearán medidas adicionale­s. El hecho incontesta­ble es que en el cajón del Ministerio de Hacienda duerme ya otro informe de expertos.

La economía pesa mucho en la decisión de perseverar con la legislatur­a. El 2021 terminó siendo un año con más ingresos públicos, más gasto público y algo menos de crecimient­o de lo esperado. El déficit se redujo de manera espectacul­ar, del 10% de 2020 hasta el 6,8%, mucho más allá de lo previsto (8,4%). Pero hay dos factores que han contribuid­o a maquillar las cuentas públicas: el fin de la pandemia y la llegada de la inflación. La recuperaci­ón hizo que los ingresos por IRPF mejoraran un 7,5% en 2021. Pero la inflación es la que hizo que el IVA se disparara casi el doble, un 14,5%. Pero estos efectos numéricos desaparece­rán pronto y desnudarán una situación de menor crecimient­o. Entonces se verá cuál era el verdadero móvil del Gobierno.

Sánchez, sin embargo, con su falta de escrúpulos, es precisamen­te el único político capaz de conjurar una situación así en la que su gobierno parece irse por el sumidero.

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