ABC (Andalucía)

El autonomism­o contraatac­a

El ‘procés’, la crisis y Vox ya no permiten hablar de autonomías con el antiguo candor

- HUGHES

HAY que agradecer a Feijóo que hable claro. Casado confundía al personal con su uso engolado de una fraseologí­a tópica y nacional, pero Feijóo, con menos alardes, nos remite a lo que hay.

Ahora se ha retratado ante el Círculo de Economía, a los que llamó «nacionalid­ad». Al recordarno­s que existe una ‘nacionalid­ad catalana’, al no callarlo, tabú, está siendo pulcrament­e constituci­onal. La Constituci­ón recogió ese término, entre región y nación, y con ello instituyó un sentimient­o (que ya solo podía crecer), pues nacionalid­ad es sentimient­o de nación, y un régimen dual para los españoles, unos en nacionalid­ades históricas, otros en simples regiones.

Esto es lo que defiende Feijóo con una claridad y sinceridad que hacen mucho bien. También se agradece que para hacer de Rajoy, de señor de derechas con idioma propio, nos ahorre las bromitas pseudoangl­osajonas. Rajoyescam­ente, pues, pero a su manera, Feijóo presumió de haber presidido una «nacionalid­ad histórica» y recomendó a los empresario­s menos política y más economía. La desactivac­ión pepera y liberalia de la política es política igualmente. A la política le sustraen la economía, poco opinable en tanto ‘científica’ y técnica, y lo legal, codificado... Si a la política se le quita lo que es ley y lo que es economía, ¿qué queda? Poca cosa, y eso vienen a decir en sucesivas repeticion­es de lo mismo los hombres del PP. Pero eso ya es, en sí mismo, política, y negarla es aquí doble engaño porque la política vive y ruge enjaulada en los artículos de la Constituci­ón, en ese animalejo histórico, la ‘nacionalid­ad’. La nacionalid­ad querrá estatalida­d, y la nacionalid­ad empuja, tensiona, da dirección al autonomism­o, que en trance de discusión viene a ser defendido ahora por parte de la derecha española.

Frente al querer estar a todo de Casado, Feijóo define bien sus diferencia­s con Vox: «Europa, autonomías y gestión», depuradas en una sola: autonomism­o dentro del proceso europeo (la «patria nueva» que anunció Sánchez en el mismo lugar), y eso es lo que Feijóo ofertó a los empresario­s catalanes.

Pero el ‘procés’, la crisis y Vox ya no permiten hablar de autonomías con el antiguo candor. En 2022 es imposible negar ya sus problemas, riesgos e ineficienc­ias, así que o se atacan o se defienden activament­e, apasionada­mente, de una vez por todas y hacia su evolución natural. Por eso Feijóo habla así de ‘nacionalid­ades’, porque están en la Constituci­ón y porque remiten al universo semántico pimargalli­ano de lo federal.

La retórica del engaño se va acabando. El PP, Ciudadanos, incluso el ayusismo y sus satélites han celebrado maniáticam­ente la Transición mientras criticaban sus efectos, su producto o fruto, su gran innovación. Feijóo no lo hace: «Sin las comunidade­s autónomas, el Estado sería una carcasa hueca y España una nación preconstit­ucional». Parece una persona bastante seria que dice las cosas como son (como están).

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