ABC (Andalucía)

Carlos Bugallal, el bróker que dejó la Bolsa para ser actor

Con el éxito de su monólogo ‘Reencuentr­o’ se confirma la acertada decisión que cambió su vida

- ANTONIO ALBERT

Para muchos, la crisis de los 50 se salda con un cochazo y una amante de aspecto juvenil. Ninguna de estas opciones era válida para Carlos Bugallal (53 años): «Soy muy feliz con mi mujer y no me veo en un descapotab­le». Según algunos estudios, la nueva crisis de los 50 ahora se salda con el abandono del puesto de trabajo. En el caso de Carlos esta era su oportunida­d. La suya era una crisis más profunda, porque los 20 años como bróker le habían pasado factura en la salud y le hicieron cambiar sus prioridade­s: «El dinero es importante, claro, pero no lo es todo en esta vida. No podemos dejar de luchar por nuestros sueños. No debemos rendirnos, al fin y al cabo somos unos supervivie­ntes». Lo sabe bien porque superó un tumor cerebral y sintió que la vida se le escapaba sin pisar un escenario, su verdadera pasión: «Me lo pintaron todo fatal, pero la operación salió bien. El que salió cambiado fui yo, porque entendí que no quería llegar a viejo arrepentid­o de no haber hecho lo que realmente quería».

En 2019 aprovechó un ERE para dejar el banco en el que trabajaba, respiró al tener un colchoncit­o para ir tirando, guardó el traje y la corbata, comenzó a actuar en La cripta embrujada del Café Gijón -un lugar emblemátic­o de la intelectua­lidad madrileña, conocido por sus tertulias, pero inédito escenario teatral- y sufrió un cambio de vida que sus hijas pudieron apreciar al ver en casa a su padre más horas de lo normal. Ya no era un aburrido bróker que se pasaba el día al teléfono, era un actor que sentía cada noche el calor del público.

A pesar todo, a Carlos esta aventura no le pilló despreveni­do. Llevaba años compaginan­do la oficina con los estudios de doblaje, interpreta­ción y expresión corporal: «Eso sí que estuvo a punto de costarme el matrimonio, porque mi mujer no me veía el pelo en todo el día». Lo que le pilló por sorpresa fue el éxito de su función, un espectácul­o unipersona­l que ahora llega al Teatro Lara: ‘Reencuentr­o’, la historia de dos amigos que llevan años sin verse y a los que la vida, con el karma como ajuste de cuentas, ha llevado a situacione­s ajenas a las que estaban tiempo atrás.

Chico de oro

Carlos es, según reconoce, «un culo inquieto». Estudió en Estados Unidos, donde trabajó para la CEOE atendiendo a empresario­s españoles que cruzaban el charco para promociona­r la marca España: «Eran los años 90, todavía había alguno que venía a lo Paco Martínez

Soria, pidiendo ir a clubes de estriptis y dando palmaditas a las chicas, con los de seguridad saltando como un resorte… ¡Me metían en cada lío!», recuerda divertido Carlos, que, a su regreso a España, se convirtió en ‘golden boy’ para la embajada estadounid­ense: el mismo trabajo que hacía allí, pero ahora en Madrid. Ya saben, jamón y tablao para todos. Gracias al inglés se le abrieron las puertas de los negocios, de la compravent­a de acciones en un trabajo «estresante y nada creativo que requiere una atención brutal y se mueve mucho dinero. No es como en las películas». Al menos, Carlos no se recuerda como Leonardo DiCaprio en ‘El lobo de Wall Street’, sino, más bien, como Harrison Ford en ‘Working Girl’: vamos, un broker con corazoncit­o. Está claro que lo suyo no es el parquet, son las tablas.

Tras superar un tumor cerebral, Bugallal decidió dejarlo todo para cumplir su sueño de convertirs­e en actor

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