‘Big chouriso’
Por cantidad y calidad, James Ellroy es un coloso de las letras
LA suerte. Esa pizca de condenada buena suerte que inclina la balanza a tu favor. La suerte es la mirada de la chica de tus sueños cuando te dice, sólo mediante telepatía, «estoy contigo». La suerte puede venir en forma de Primitiva que robustece tu cartera, pero la suerte también llama a tu puerta cuando los amigos de la Valencia Negra te preguntan que si te apetece presentar y entrevistar a James Ellroy frente al público. Eso es suerte de la bueeena. Y contestas que sí porque piensas en fotografiarte junto al perro rabioso y demoníaco de las letras y eso colma tu cochina vanidad.
Esa foto la heredarán los descendientes o acabará perdida en los nubarrones de internet o en un rastro teñido de sepia. Cuando veo en los rastros esas colecciones de viejas fotografías, abandonadas en el remolino del olvido, emparedadas entre chismes mugrientos, me cuesta comprender cómo embarrancaron en esos mercadillos. ¿Se extinguió el linaje y nadie conserva esos recuerdos? A saber. Pero resultó que James Ellroy posaba cachondón frente a los móviles mientras desgranaba sus obsesiones: el desprecio que siente por James Dean, Nick Ray, JFK y Hollywood en general. Conoció a Rock Hudson y le pareció un buen tipo demasiado colgado con el sexo. Y realizó un llamamiento tratando de encontrar a Cindy, un ochentero amor suyo que se marchó hasta Valencia con un tal Juan. Quería localizar a Cindy desde la pulsión acelerada del que inicia la última curva del camino. «Juan debía de tener un ‘big chouriso’», nos comentó mientras aullaba. «Call me dog», insistía. Pero me resultaba imposible apearle el tratamiento y no me bajaba del «mister Ellroy». Al tipo que revolucionó la novela negra empleando feroz prosa de metralleta Thompson no le puedo llamar «perro» por mucho que lo exija. He estado con Ellroy. Ahora falta la Primitiva, eso también sería suerte de la bueeena... Que no le confundan sus aullidos de lobo, que no le despisten sus gruñidos perrunos, Ellroy, por cantidad y calidad, es un coloso de las letras.