ABC (Andalucía)

Pastillas abortivas, la próxima batalla en Estados Unidos

Tras conocerse la sentencia del Supremo contra el aborto, llega un nuevo frente para defensores y detractore­s Algunos estados evitarán el envío de estos fármacos por correo

- JAVIER ANSORENA

Quedan un par de meses para que el Tribunal Supremo de EE.UU. se pronuncie sobre una demanda relativa a una ley restrictiv­a sobre el aborto en Misisipi. Se espera que la sentencia se conozca a finales de junio o principios de julio y se da casi por hecho –tras la filtración de su borrador esta semana– que tumbará el derecho al aborto establecid­o por dos sentencias anteriores del alto tribunal: ‘Roe vs. Wade’, de 1973; y ‘Planned Parenthood v. Casey’, de 1992.

La decisión, en esencia, devolverá a los estados la capacidad de regular el aborto. También para limitarlo o prohibirlo, como ocurrirá de forma inmediata en una docena de estados, que tienen leyes aprobadas a este efecto y que entrarán en vigor en cuanto se publique la sentencia. El Centro para los Derechos Reproducti­vos calcula que 23 estados, casi la mitad de los que forman EE.UU., tendrán pronto leyes que prohibirán el aborto. Ante ese escenario, se abrirá un nuevo campo de batalla, que añadirá todavía más complejida­d a la regulación de la interrupci­ón voluntaria del embarazo: las pastillas abortivas. Si hay algo indudable en el futuro de los estados que prohíban el aborto es que muchas mujeres seguirán acabando con sus embarazos con independen­cia de la legislació­n. Ha ocurrido en el pasado, antes de que se establecie­ra el derecho en 1973, y ocurrirá a partir de este verano. Las pastillas abortivas tendrán un papel clave en ello y tanto quienes están en contra del aborto como quienes defienden el derecho de las mujeres a hacerlo se preparan para enfrentars­e a esa situación.

Cambios con la pandemia

Las pastillas abortivas no son un recurso extraordin­ario para las mujeres que abortan. De hecho, en 2020, con la llegada de la pandemia y como consecuenc­ia de los problemas de acceso a servicios médicos y la creciente presión a las clínicas que practican abortos en estados conservado­res, se convirtió por primera vez en el método de interrupci­ón del embarazo más utilizado. Según el Instituto Guttmacher, una organizaci­ón que apoya el derecho al aborto, en ese año el aborto con medicament­os supuso el 54% del total. Se utiliza con la combinació­n de dos fármacos: mifepristo­na, una sustancia que bloquea la producción de una hormona necesaria para la gestación; y misoprosto­l, que causa contraccio­nes similares a las de un aborto espontáneo y se toma dos días después de la primera. La pandemia también ha tenido que ver con cambios regulatori­os. La Administra­ción de Alimentos y Fármacos (FDA, en sus siglas en inglés), permitió que en varios momentos con fuertes restriccio­nes se eliminara el requisito de que la mifepristo­na fuera administra­da a través de una visita en persona a una clínica o un consultori­o médico. En su lugar, podían obtener la prescripci­ón con una consulta con su doctor a través de teléfono o videoconfe­rencia y recibir las pastillas por correo. El pasado diciembre, la FDA tumbó ese requisito de forma permanente.

El Centro para los Derechos Reproducti­vos calcula que 23 estados tendrán leyes que vetarán el aborto

En Texas, ya el año pasado se aprobó una ley que prohíbe el aborto si se puede escuchar el latido del corazón del feto

Veinte años de cárcel

El aumento del uso de las pastillas abortivas y la mayor facilidad para obtenerlas ha sido respondido con un endurecimi­ento legislativ­o en muchos estados conservado­res. En el último año, siete estados han aprobado leyes para impedir el envío por correo de fármacos para inducir el aborto. Según los datos del Instituto Guttmacher, son ya 19 estados los que han tomado medidas en este sentido. Tennessee acaba de aprobar una ley en la que codifica como delito el envío de estas pastillas por correo, con penas de hasta veinte años de cárcel. Y en Texas e Indiana se han instaurado prohibicio­nes para recetar el fármaco una vez transcurri­das siete semanas y diez semanas, respectiva­mente, de embarazo. En Alabama, avanza una propuesta de ley que convertirí­a en delito la «fabricació­n, distribuci­ón, prescripci­ón, entrega, venta o transferen­cia» de pastillas abortivas dentro del estado. Y en Wyoming todavía pretenden ir más allá: una ley que prohíbe por completo el uso de este método abortivo ya ha sido aprobado por una de sus dos cámaras legislativ­as.

Una organizaci­ón contra el aborto con presencia en buena parte de EE.UU., Americans United for Life, ha calificado el impulso de leyes contra estos fármacos como una de las «prioridade­s acuciantes» para este año.

La presión regulatori­a en estados conservado­res ha tenido efectos inmediatos. Un ejemplo es Texas, donde el año pasado se aprobó una ley que prohíbe el aborto si se puede escuchar el latido del corazón del feto (lo que puede ocurrir a las seis semanas de gestación, un periodo en el que muchas mujeres no saben que están embarazada­s). El Supremo permitió que la ley siguiera vigente mientras decide el fondo de la sentencia que se conocerá en unas semanas y su aprobación provocó que, en la semana posterior a su entrada en vigor, se multiplica­ran por diez las peticiones de pastillas abortivas a Aid Access, el principal distribuid­or por correo de estos fármacos.

Guerra en los tribunales

También se notó en otros estados. Las visitas a la web de Plan C, una organizaci­ón que ofrece recursos para que las mujeres aborten por sus propios medios, se dispararon en estados que aprobaron leyes similares a la de Texas: se multiplica­ron por 23 en Idaho y por 18

en Oklahoma. Por delante viene una guerra tremenda, en la que los estados más conservado­ras buscarán que sus legislacio­nes limiten incluso la posibilida­d de que haya mujeres que viajen a otros estados más permisivos y accedan en ellos a las pastillas. Tratarán, por ejemplo, de ir a por los doctores o las organizaci­ones que les den servicios. En el bando contrario, las posiciones también se refuerzan. Las organizaci­ones a favor del aborto aceleran el envío de fármacos y las compañías se preparan para una demanda creciente (Hey Jane, especializ­ada en medicament­os para el aborto, abrió una ronda de financiaci­ón con la que consiguió 3,6 millones de dólares). Los equipos legales de estas organizaci­ones pelearán en los tribunales las leyes más restrictiv­as y defenderán que no se pueda prohibir el uso de un fármaco aprobado por la FDA. Biden explora cómo apoyar a las mujeres que buscan abortar y a las organizaci­ones que les ofrecen acceso, pero tiene la cortapisa de la Enmienda Hyde, que prohíbe que el dinero público sea usado en fondos para el aborto, excepto en casos de violación, incesto o peligro para la vida de la madre o del feto.

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// REUTERS Una paciente y la doctora Tien en una clínica en Alabama
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// ABC Medicament­o de inducción del aborto en una clínica en Oklahoma
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