ABC (Andalucía)

La Feria del Caballo recupera los años perdidos

El Parque González Hontoria de Jerez recupera sus casetas con nuevas infraestru­cturas y preocupaci­ón por la inflación pero con la ayuda por el buen tiempo y las ganas de disfrutar

- MIGUEL GUERRERO

Una pareja se besa entre aplausos y fuegos artificial­es. Son las diez de la noche del sábado 7 de mayo de 2022 y, tras tres años de espera, el alumbrado de la Feria del Caballo vuelve a iluminarse. Miles de jerezanos y foráneos se han dado cita en el real para volver a vivir este momento. La expectació­n era máxima, pues las dos ediciones anteriores tuvieron que suspenders­e con motivo de la pandemia.

«A los feriantes nos ha afectado mucho en todos los niveles, sobre todo, económico y psicológic­o», asegura Rafael, dueño de una atracción infantil, acerca del parón forzoso de estos años a causa de la Covid-19. Su abuelo y su padre eran feriantes y él continúa con la saga. En estos años y gracias a que es joven, ha podido trabajar en el campo y de camionero, pero afirma que otros compañeros no han tenido esa posibilida­d. Tras el «duro golpe» de la pandemia, augura una Feria del Caballo fructífera. Viene de trabajar en otra feria en Ciudad Real y percibe que «la gente tiene muchas ganas de fiesta, de olvidar todo lo malo que hemos vivido y de pasarlo bien».

Buen tiempo

Los caseteros, además de por las ganas de la población, prevén una buena semana gracias también al buen tiempo. El sábado hizo una jornada bastante calurosa, con los termómetro­s marcando los 30ºC. La previsión meteorológ­ica para los próximos días adelanta que el calor será la tónica dominante en esta edición.

Jesús Viloita lleva veinte años como casetero, regentando la caseta ‘Los Vilos’. Aunque la previsión es positiva, mantiene los pies en el suelo. «El montaje de la Feria de Jerez es muy particular y costoso», asegura Viloita, puesto que es como «montar un bar, que se explotaría durante años, para una sola semana». Al coste que supone la instalació­n eléctrica o la del agua, hay que sumar la inflación, que afectará a los bolsillos de caseteros y consumidor­es. Además, este año ha cambiado la empresa encargada del montaje de las casetas. Esto ha generado que las infraestru­cturas sean nuevas y que los caseteros hayan tenido que hacer un esfuerzo mayor para adaptarse a las mismas.

A pesar de todo, la Feria volverá a generar un importante impacto económico, que tanto echaban de menos hosteleros, comerciant­es y, por supuesto, caseteros. También algunas hermandade­s de penitencia, ya que alrededor de una docena trabajan sus propias casetas. Es el caso de la hermandad de la Exaltación, que lleva haciéndolo casi 30 años. Manuel Jesús Tristán, hermano mayor de la corporació­n, asegura que alrededor de «135 y 140 hermanos» trabajarán este año la caseta en los diferentes turnos que se han organizado. Son los propios hermanos que trabajan de manera altruista la Feria los que deciden a qué proyectos va destinado el dinero recaudado —en 2019, se asignó a la remodelaci­ón del palio—. «A quienes visitan la casa hermandad, les decimos que el dorado del paso de misterio huele a chocos, a pimientos, a adobo… En alusión al trabajo de la Feria». Esta metáfora de Tristán ejemplific­a de manera certera que el esfuerzo da sus frutos.

Además del impacto económico, también se recuperan las sonrisas en este regreso de la Feria del Caballo. En las primeras horas de Feria, el Real del parque González Hontoria desprendía alegría. Los bailes de sevillanas, las botellas de fino, las jarras de rebujito y las risas se adueñaban de las casetas. A partir del jueves, también se verán por el Real las almohadill­as de aquellos aficionado­s que, antes de partir hacia el coso taurino, brinden en la Feria por una buena tarde de toros.

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// MIGUEL GUERRERO La Feria del Caballo de Jerez se ilumina dos años después

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