España como premisa
Gobernar España con quienes quieren dividirla es algo más que gobernar contra España: es gobernar contra la lógica
ESPAÑA puede ser muchas cosas. Puede ser jacobina o federal, conservadora o progresista, socialista o libertaria, pero para que todo esto ocurra es necesario que España sea. Esta condición mínima es un presupuesto ontológico simplísimo sobre el que debería ordenarse toda nuestra acción política. Como los axiomas, o como los postulados de Euclides, esta afirmación es tan sencilla e indemostrable que no puede exigir ninguna argumentación probatoria. Es una verdad incondicional precisamente por ser condición de todas las demás verdades.
Y es igual en cualquier parte. En las pasadas elecciones francesas pudimos comprobar cómo distintos modelos políticos irreconciliables colisionaban y se presentaban como alternativa. Pero tanto Macron como Le Pen llevaban una palabra inscrita en sus carteles sobre la que ambos sabrían departir durante horas. Esa palabra era Francia, y por el bien de la República y su antagónico modelo de nación fueron capaces de enfrentarse. Salvo Francia, todo lo demás es negociable. Y así discutieron sobre cómo querrían que Francia fuera, pero nunca sobre el hecho de que Francia sea. Cada nación es el fin y la condición de posibilidad de sus políticas. Por este motivo, es obligación de cualquier Estado vigilar a sus enemigos estratégicos dentro de los estrictos parámetros legales. Y por esta misma razón, lo más insólito del caso Pegasus no es que el CNI espíe con autorización judicial a personas sobre las que pende una sospecha de conducta delictiva. Lo verdaderamente extravagante de este escándalo es que el Gobierno de nuestra nación dependa de quienes quieren debilitar sus instituciones o mutilar la democracia.
Cualquier disenso político es comprensible y legítimo con respecto a los medios, pero se hace irreconciliable cuando lo que se cuestionan son los fines. Parece obvio: nadie puede gobernar si no es para preservar la integridad, la justicia y la prosperidad de aquello que se gobierna. Tal vez por eso, gobernar España con quienes quieren dividir España es algo más que gobernar contra España: es gobernar contra la lógica. Y eso, me temo, es algo tan imposible como intentar demostrar un axioma.