Inmaculada
Barcelona fue todo, pero con Colau es una Marsella con lacitos amarillos
INMACULADA es ella, los manteros y su mamandurria, y de ahí hasta el final, como jugaba aquel Barça de Cruyff y de Stoichkov. Así está Barcelona como está, y como estará. Lo de Von der Leyen en la que fue la otra capital de España el otro día fue un espejismo. Entre carterista, ‘indepe’ y antisistema, en BCN hay que hacer hueco para un selfi europeo. Y sin embargo sale la ciudad encantadora del Pijoaparte, tan montés. Colau, con sus enchufes ya en manos de la Justicia, nos viene a decir en prosa de ‘emplumamiento’ que la vida, como ya escribió ‘Pacumbral’, era una mera cuestión municipal. Barcelona fue todo, pero con Colau es una Marsella con lacitos amarillos. Y ella, Inmaculada, en ‘prime time’ filosofando sobre el tercer género.
Mientras nos hundimos, ella habla como si estuviera poseída por una voz divina: no hay un deje ‘polaco’ en su prosodia; todo lo contrario. Siendo Inmaculada, a pesar de las gamberradas consistoriales (repito «consistorial», qué pasa), lo gordo que ha destapado este periódico es que Ada ha metido hasta la glotis a los suyos en su enjuague en el ayuntamiento. Y que la práctica se ha hecho infinita, y ella sigue con ese municipalismo que no engaña ni al arco de seguridad del ayuntamiento.
En Sicilia, al meneo van los más válidos, y el tonto se queda para pegar voces si llegaba la Policía. En Barcelona, Colau acoge lo que quiere, se atusa el pelo, con esa fuerza que dan los JJ. OO. de los que ni se acuerda y el ‘relato’ de ser falsa ‘paloma blanca’ cuando el golpe de Estado. Que todo es bueno «pal convento», como dijo aquel fraile. El independentismo le quedaba grande, por eso su ideología a medio gas y sus ‘performances’ meonas que tuvo que pagar Félix, vecino de El Carmelo.
Ada Colau se bautizó, o la bautizaron, o la matricularon como Inmaculada, y tiene ya el bastón municipal agarrotado por la Justicia: la que llega tarde y mal pero llega.
Ella se montó un tribunalillo en el ayuntamiento para evitar el supuesto mamoneo y ella misma, quizá, se guillotine (hablo en metáfora imposible) en la plaza Real, frente al público y a una gaviota.