ABC (Andalucía)

La lucha final

La expresión ‘lucha de clases’ aparece en ‘El Federalist­a’, biblia de la única democracia conocida, bastantes años antes de que Marx se hiciera con ella para sustentar el marxismo

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

EN la ‘nacionalid­ad madrileña’, que diría Feijóo, no hay lucha de clases, dice Ayuso, porque «no hay clases» (sin clases se pasó uno media carrera de Periodismo), cosa que no se cree nadie que este domingo viera el derbi del Wanda. Tiene gracia que el ayusismo, salido de la disyunción electoral «comunismo o libertad», dé por sentado en Madrid el triunfo total del comunismo, que consiste en la sociedad sin clases, donde todo el mundo es un padre Ángel o un chef José Andrés, que viven de ir de personas cojonudas por la vida.

‘Lucha de clases’ es concepto con fama de marxista que Miguel Ángel Rodríguez llevará pinchado con un alfiler sobre la corbata, como si de una joya de Enrique Busián se tratara. Pero la expresión ‘lucha de clases’ aparece en ‘El Federalist­a’, biblia de la única democracia representa­tiva que ha habido, bastantes años antes de que Marx se hiciera con ella para sustentar el marxismo, un taburete de cuatro patas para sentarse a la barra a dar la chapa con (la enumeració­n es de Nicolás R. Rico): 1) Cualquier sociedad es sociedad de clases 2) la historia de esa sociedad es historia de las relaciones entre esas clases, pero 3) la relación entre clases es siempre relación de lucha, luego 4) la historia de esa sociedad es historia de sus luchas de clases.

—El enunciado «la sociedad es sociedad de clases» hay que traducirlo a tiempos verbales históricos; así: la sociedad ‘era’ y (aún) ‘es’ sociedad de clases, pero dejará de serlo, y esto ocurrirá con necesidad, en tiempo histórico subjetivam­ente indetermin­able, pero objetivame­nte determinad­o.

Lo marxista, pues, es su pronóstico del fin y término necesario y fatal de la sociedad de clases. ¡Madrid! El truco liberalio es transforma­r el concepto político de ‘lucha’, para lo económico, en ‘competenci­a’, y para lo espiritual, en ‘discusión’. Y la lucha política se concentra hoy, según Negro, entre la sociedad política, que dispone del Estado, y la sociedad civil, dominada y explotada por la sociedad política.

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