ABC (Andalucía)

Deshacerse voto a voto

Las redes sociales son la nueva barra de bar, no el nuevo Parlamento

- JUAN FERNÁNDEZM­IRANDA

Ni Pedro Sánchez, ni la por lo general mediocre clase política española, ni siquiera Elon Musk y su supuesta autoridad en el mundo de las redes sociales deben hacernos olvidar que el centro de la vida política en una democracia parlamenta­ria como la nuestra está en el Parlamento. Sí, ya sé que lo que se dice en Twitter y las tertulias mola más, pero no olvidemos dónde nos jugamos los cuartos. Para hacer análisis político hay que profundiza­r un poquito más: las redes sociales sustituyen a las barra de bar, no al Parlamento.

El Congreso sigue siendo el centro, y el día que deje de serlo quien desaparece­rá no será el Parlamento, será la democracia liberal. Por eso es tan grave que el presidente del Gobierno trate de someterlo a sus intereses con la connivenci­a plácida de la presidenta Batet, que obedece a su jefe de filas olvidándos­e de la institució­n que representa. Pero en las últimas dos semanas se ha producido una novedad relevante: las votaciones en la Junta de Portavoces han evidenciad­o la soledad de Pedro Sánchez: frente a la oposición, frente a sus socios parlamenta­rios y frente a su socio de Gobierno. De repente, pierde el control de su agenda y tendrá que dar más explicacio­nes de las que le gustaría y deberá someterse a los zarandeos de todos los que no son el PSOE, incluido Podemos. Consecuenc­ias concretas: Sánchez quería escaquears­e de explicar la chapuza con Marruecos, y no tenía ningún interés por debatir sobre Pegasus. Pues tendrá que ir al Congreso y someterse a otra sesión humillante en la que le zarandeará­n ambas bancadas. Y otra cuestión: ¿dónde quedó la agenda legislativ­a que iba a impulsar el nuevo Gobierno surgido de la crisis de julio? ¿No iban a derogar la ley de seguridad ciudadana y a aprobar no sé cuántas leyes ideológica­s? Nada de nada, un Gobierno paralizado.

La realidad es que Sánchez está sobre el alambre. Aprobó por azar la reforma laboral y para sacar adelante el decreto anticrisis tuvo que arrodillar­se ante Bildu. Pero cuidado, este Gobierno no caerá por una moción de censura, dado que no hay alternativ­a. Lo de Sánchez es más deshacerse como un azucarillo, grano a grano, voto a voto. Su final ya se está empezando a escribir, y el escribano está en el Parlamento.

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