Deshacerse voto a voto
Las redes sociales son la nueva barra de bar, no el nuevo Parlamento
Ni Pedro Sánchez, ni la por lo general mediocre clase política española, ni siquiera Elon Musk y su supuesta autoridad en el mundo de las redes sociales deben hacernos olvidar que el centro de la vida política en una democracia parlamentaria como la nuestra está en el Parlamento. Sí, ya sé que lo que se dice en Twitter y las tertulias mola más, pero no olvidemos dónde nos jugamos los cuartos. Para hacer análisis político hay que profundizar un poquito más: las redes sociales sustituyen a las barra de bar, no al Parlamento.
El Congreso sigue siendo el centro, y el día que deje de serlo quien desaparecerá no será el Parlamento, será la democracia liberal. Por eso es tan grave que el presidente del Gobierno trate de someterlo a sus intereses con la connivencia plácida de la presidenta Batet, que obedece a su jefe de filas olvidándose de la institución que representa. Pero en las últimas dos semanas se ha producido una novedad relevante: las votaciones en la Junta de Portavoces han evidenciado la soledad de Pedro Sánchez: frente a la oposición, frente a sus socios parlamentarios y frente a su socio de Gobierno. De repente, pierde el control de su agenda y tendrá que dar más explicaciones de las que le gustaría y deberá someterse a los zarandeos de todos los que no son el PSOE, incluido Podemos. Consecuencias concretas: Sánchez quería escaquearse de explicar la chapuza con Marruecos, y no tenía ningún interés por debatir sobre Pegasus. Pues tendrá que ir al Congreso y someterse a otra sesión humillante en la que le zarandearán ambas bancadas. Y otra cuestión: ¿dónde quedó la agenda legislativa que iba a impulsar el nuevo Gobierno surgido de la crisis de julio? ¿No iban a derogar la ley de seguridad ciudadana y a aprobar no sé cuántas leyes ideológicas? Nada de nada, un Gobierno paralizado.
La realidad es que Sánchez está sobre el alambre. Aprobó por azar la reforma laboral y para sacar adelante el decreto anticrisis tuvo que arrodillarse ante Bildu. Pero cuidado, este Gobierno no caerá por una moción de censura, dado que no hay alternativa. Lo de Sánchez es más deshacerse como un azucarillo, grano a grano, voto a voto. Su final ya se está empezando a escribir, y el escribano está en el Parlamento.