ABC (Andalucía)

DENTRO DE LA REGASIFICA­DORA QUE REDUCIRÁ LA DEPENDENCI­A DE LA ENERGÍA RUSA

- Por NATALIA SEQUEIRO

Con la guerra en Ucrania, la UE intenta zafarse del influjo de Putin. La planta de Reganosa, en la ría de Ferrol, es la más cercana por mar a América. Cada metanero transporta 140.000 m3 de gas natural licuado a -160 grados, pero el proceso sigue siendo más caro y complejo que usar gasoductos

En el muelle de Reganosa en Mugardos, un pueblo marinero de la ría de Ferrol, acaba de atracar el Vivirt City. El metanero de 299 metros de eslora procede de Estados Unidos. En sus tanques viajan 140.000 metros cúbicos de gas natural licuado (GNL) que servirán para abastecer durante un año las necesidade­s de una ciudad de 250.000 habitantes. En esta ocasión, el gasero con bandera de Liberia dejará sólo la mitad de la carga en la última planta regasifica­dora en funcionami­ento que se construyó en España. La posición de Reganosa se ha convertido en estratégic­a en el nuevo escenario del mercado gasista. La Unión Europea quiere reducir las importacio­nes de Rusia y EE.UU. está ya tomando el relevo. Por mar, Galicia tiene el puerto más próximo. «Si Colón cuando llegó de América acabó en Bayona es porque se la encontró de bruces», ejemplific­a Jesús Losada, responsabl­e de la regasifica­dora de Mugardos.

Reducir millas de viaje es importante para abaratar la factura. Desde Houston, de donde parten la mayoría de buques, a Mugardos la travesía dura diez jornadas. Cada día de navegación de un gigante gasero por el océano cuesta entre 80.000 y 300.000 dólares. Los precios, explica Losada, dependen de un mercado que funciona como una subasta y es una «locura». Si en el mundo hay mucha demanda de gas, porque bajan las temperatur­as en países como China o Japón, por ejemplo, resulta más difícil encontrar un barco para realizar el transporte y se lo lleva el que más paga. El precio de la carga también oscila al vaivén de la oferta y la demanda. Un buque como el Vivirt City puede transporta­r en sus tanques entre 20 y 100 millones de euros, que se han llegado a pagar en los últimos tiempos.

Un coste añadido

Cuando el metanero fue cargado en Estados Unidos hubo que enfriar el gas a -160 grados para convertirl­o en líquido, de forma que ocupa menos y se puede transporta­r con mayor facilidad. En las seis plantas regasifica­doras que funcionan en todo el país se realiza el proceso inverso. La operación supone otro coste añadido. El gestor técnico del sistema, Enagás, recauda a las comerciali­zadoras y después paga una tarifa a las plantas como Reganosa por el servicio.

España es el estado de la Unión Europea con mayor capacidad regasifica­dora. La decisión de apostar por esta tecnología se tomó hace décadas tras una crisis con Marruecos. Hasta entonces el gas procedía casi exclusivam­ente del yacimiento Hassi R’Mel, en Argelia. Aquí no hay apenas reservas. Viajaba por el gasoducto del Magreb, que atraviesa Marruecos hacia Tánger y de ahí cruza el estrecho de Gibraltar hacia Tarifa. «Marruecos quiso subir las tarifas de peaje y quedarse con parte del gas. España le dijo que eso no estaba en el contrato», recuerda el responsabl­e de la planta de Reganosa. El tema se judicializ­ó, pero el país apostó por diversific­ar para reducir su dependenci­a energética en el futuro. Para que el gas siguiese llegando de Argelia se construyó un segundo gasoducto, el de Medgaz, un tubo que recorre 547 kilómetros por tierras argelinas y otros 200 en su sección submarina hasta llegar a Almería. Este es el único gasoducto que funciona actualment­e después de que Argelia vetase el paso de su gas por territorio marroquí. España tomó una segunda decisión. Empezar a construir una red de plantas regasifica­doras que permitiese­n comprar el gas en cualquier parte del mundo. La ventaja era no depender de un único suministra­dor, el inconvenie­nte es que el proceso es más complejo por lo que se encarecen los precios. Además de la de Mugardos, hay plantas en Bilbao, Barcelona, Sagunto, Cartagena y Huel

va. El sistema gasístico es en realidad Ibérico, ya que funciona coordinado con Portugal donde existe otra planta en Sines. La fiebre por las regasifica­doras provocó incluso que se construyer­a una séptima planta en el Musel (Gijón), que permanece hibernada al no ser necesaria. Fueron 380 millones de euros de inversión, que de momento no han servido para nada.

En Reganosa preparan la descarga del Vivirt City y suena una sirena. «Están probando los sistemas de seguridad», tranquiliz­a Jesús Losada. Cuatro enormes brazos se han enganchado desde las tuberías de la planta al metanero. Con ellos se extraerá la carga y se depositará temporalme­nte en los dos tanques con los que cuenta la regasifica­dora. Cada uno de ellos tiene capacidad para almacenar 150.000 metros cúbicos de gas natural en estado líquido. Las pruebas de seguridad se prolongan durante unas dos horas, antes de empezar a vaciar el barco. «En 14-16 horas está totalmente descargado un gasero. Este, como trae la mitad, le llevará unas 8 horas», explica el responsabl­e de la planta. El GNL queda guardado hasta que el operador del sistema dé la orden de enviarlo a la red de gasoductos. Sumando los depósitos del resto de regasifica­doras y los almacenami­entos subterráne­os, España y Portugal poseen el 45 % de la capacidad de almacenaje de toda la Unión Europea. «Tenemos una capacidad de almacenar energía enorme que nos da flexibilid­ad y tranquilid­ad», explica Losada. No ocurre lo mismo en países como Alemania, muy dependient­es de un único proveedor. Allí no existe ni una sola planta regasifica­dora. El metano viaja directamen­te en estado gaseoso por un tubo desde Rusia. Con la guerra en Ucrania, Europa pretende prescindir de la importació­n del gas ruso, pero la jugada no resulta sencilla. «Alemania optó por centrales de carbón y dependenci­a del gas ruso. Desde hace muchos años había proyectos de plantas de regasifica­ción, pero se retrasaron y ahora se ven en la situación de que necesitan esos proyectos», explica Losada. El Gobierno alemán está ya promoviend­o la construcci­ón de regasifica­doras. La solución no es ni barata, ni rápida. Cada planta cuesta unos 500 millones de euros y su construcci­ón puede tardar entre 4 y 7 años. Habría aún otra posibilida­d, las conocidas como regasifica­doras flotantes. Son metaneros, que además pueden volver gaseoso el GNL en el propio buque. «Los alquilas y pagas una millonada», indica el responsabl­e de planta. Su disponibil­idad tampoco es inmediata, como mínimo doce meses. Aunque la UE pretende asfixiar la economía rusa frenando las importacio­nes, la medida no parece que vaya a tener gran efecto para las arcas del Kremlin. Rusia extrae la mayor parte del gas natural en Siberia, pero ya construye desde allí un gasoducto con China. Recienteme­nte ha abierto también una ruta marítima con gaseros rompehielo­s que viajan desde Yamal hasta distintos países asiáticos.

El intento de romper vínculos con Rusia desde los países aliados con la OTAN inclina la balanza comercial del gas hacia Estados Unidos. En lo que va de año, en Reganosa se han descargado 10 barcos, cuatro procedían de allí. Ninguno ha llegado en los últimos meses del país gobernado por Vladímir Putin, que el año pasado había aportado 10 de los 24 gaseros que atracaron en Mugardos. Desde la empresa explican que la procedenci­a del gas varía mucho y que hay otros países como Nigeria, Guinea, Qatar o Perú e incluso Australia, de los que también salen metaneros.

Tecnología japonesa

Al tiempo que se descarga el Vivirt City en la planta de Mugardos se le devuelve el estado gaseoso a parte del GNL almacenado. Desde los tanques se envía a una especie de grandes radiadores. Es una tecnología japonesa, muy sencilla, pero sólo existen dos fabricante­s en todo el mundo. Dentro de ellos circula el metano líquido y simplement­e se los riega con agua de mar para que la temperatur­a suba y se convierta en gas. Si por algún motivo no se pudiese hacer captación en la ría, Reganosa cuenta con un sistema alternativ­o.

Jesús Losada pone un ejemplo didáctico para explicar el proceso. «Es como un baño maría», compara. «Tenemos una piscina de hormigón que dentro tiene un serpentín con el GNL», indica. El agua se calienta a 55 grados y el gas estaría ya listo para entrar en la red. Desde Mugardos sale un gasoducto de alta presión (el equivalent­e a las líneas de alta tensión eléctricas) que lleva el producto a la central de ciclo combinado de As Pontes para que lo use para generar electricid­ad. También viaja a la refinería de petroleo de La Coruña y se conecta con la red de transporte que lleva el gas ciudad a las casas. La planta abastece a todo el noroeste, Galicia, Asturias y León. La carga completa de un barco como el Vivirt City llegará para cubrir la demanda de la zona durante 22 días.

GRACIAS A LAS REGASIFICA­DORAS ESPAÑA Y PORTUGAL ALMACENAN EL 45% DEL GNL

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// MIGUEL MUÑIZ Cuatro grandes brazos se ensamblan al Vivirt City para levar el gas natural licuado desde el barco a los tanques de la regasifica­dora de la empresa Reganosa DESCARGA DE UN GASERO EN MUGARDOS

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