La esperanza se desinfla
La espectacular parada militar del Día de la Victoria se ha desarrollado a semejanza de años anteriores, si bien con una pequeña reducción en el número de tropas presentes y sin desfile aéreo por restricciones meteorológicas. Putin, en su discurso a las tropas, de contenido fuertemente patriótico, no respaldó ninguna de las expectativas barajadas para Ucrania. Justificó la ‘operación militar especial’ como decisión «de un país soberano, fuerte e independiente», actuando preventivamente –«estáis luchando por vuestra tierra»–, para adelantarse a los preparativos ucranianos de una operación punitiva en el Donbass y Crimea, a los que calificó como «tierras históricas» rusas. Todo sigue igual. El globo de la esperanza se desinfla.
En el teatro, las operaciones se acrecientan en el Donbass. Después de la caída de Popasna, continúa la lenta progresión de las fuerzas rusas por la dirección Lugansk-ArtemivskKramatorsk, que confirma a esta última como objetivo táctico de esta fase. En tal esfuerzo, en Bilohorivka (óblast de Lugansk), fue destruida, por un bombardeo aéreo, una escuela que servía de refugio de civiles. Terrible hecho que ha sido inmediatamente calificado por Kiev como acción criminal, en el marco de una estrategia rusa de tierra quemada.
Sin entrar en el realismo de tal estrategia, hay que constatar que, para eludir las defensas antiaéreas ucranianas, dotadas de eficaces armamentos occidentales, la aviación táctica rusa tiene que operar en misiones de bombardeo AS (aire-superficie con vuelo a baja cota). Y, en las proximidades del objetivo, el piloto debe hacer un fulgurante ‘pop-up’ (de hasta 4g), para, en segundos, ganar altura, identificar el objetivo, disparar y escapar rápidamente.
Se pierde precisión en el fuego. Es ley de guerra.