ABC (Andalucía)

Bobby Gillespie: «De niño, mi madre me ayudó a superar el miedo a la violencia»

▶ En sus memorias, el líder de Primal Scream recuerda su juventud en el Glasgow salvaje

- ISRAEL VIANA

Lo subraya Bobby Gillespie en los agradecimi­entos: «A Robert y Wilma, por prepararme para la lucha». Son sus padres. Él, un antiguo miembro del sindicato nacional de artes gráficas de Glasgow, que peleó duro hasta conseguir la semana laboral de cinco días. Ella, la ama de casa que protagoniz­ó el episodio más impactante de su infancia, en 1970, cuando sus propios amigos, sin razón aparente, le dieron una paliza.

«Me quedé en ‘shock’, traumatiza­do: yo confiaba en esos tíos. Llegué a casa llorando; cuando lo dije a mi madre qué había pasado, me arrastró por la calle mientras decía: ‘Ahora vas a pelear con ellos’. Yo iba gritando de puro terror, pero insistió: ‘Pelea primero con ese. ¡Pelea! ¡Pelea! Como no pelees, te vas a enterar’», cuenta el exbatería de The Jesus And Mary Chain, y cantante y líder de Primal Scream al comienzo de ‘Un chaval de barrio’ (Contra).

La autobiogra­fía del músico que marcó el sonido del Reino Unido en los 80 y 90 no va solo de música. Con 59 años, la estrella del rock ha preferido que otros aspectos de su vida tengan el mismo peso que los discos, las giras, el sexo y las drogas. De hecho, se ha centrado en sus años de juventud, en las «fantasmale­s calles de bloques abandonado­s» del suburbio de Springburn, y la cierra cuando le llega el éxito de ‘Screamadel­ica’ (Creation) en 1991, justo antes del ‘boom’ de Oasis, Blur y el ‘britpop’.

«Aquello que hizo mi madre estuvo bien –asegura Gillespie a ABC, en una videollama­da, sin el más mínimo atisbo de sarcasmo–. Me estaba enseñando una lección importante: o te defiendes en las calles o te intimidará­n siempre. Da igual que me golpearan, porque aprendiero­n que soy como un gato que siempre acaba de pie y pelea. No soy violento, pero aquello me hizo superar mi miedo a la violencia. Por eso soporto la confrontac­ión en mi vida creativa».

Esta también está presente en las memorias a través de su descubrimi­ento del ‘God Save the Queen’, de Sex Pistols: «Fue como recibir una descarga, como si me hubiera poseído el Espíritu Santo. Jamás experiment­é algo tan arrollador. Me había convertido. Había visto la luz». O el día que conoció en un autobús a Alan McGee, dueño del sello Creation y descubrido­r de Oasis.

Recuerda también el día que The Jesus And Mary Chain quiso probarle como batería para grabar el mítico ‘Psychocand­y’: «Me parece bien. La putada es que no sé tocarla», fue su respuesta. Aún así, ese día su vida cambió. «Llevaba años deprimido y cobrando el paro. Ese disco supuso el primer dinero importante que gané en mi vida», añade. También relata la formación de Primal Scream en los años del ‘Acid House’ y reconoce a este diario que le encantaban las drogas. «¡Hice bien en tomarlas! Éxtasis, cocaína, algo de ‘speed’… ya sabes. En ese momento teníamos éxito y funcionaba, lo que supuso un subidón cultural. En esos años, nos funcionaba­n como herramient­a creativa. Por eso ahora no quiero que mis hijos, buenos chicos de entre 17 y 21 años, me vean como el típico padre que dice: ‘No hagas esto o lo otro’. Me sentiría un maldito hipócrita. Tienen que vivir su vida. Les dije que, si querían hablar de eso, aquí estaba», aclara.

Ese mundo se mezcla en el libro con la política, su vecindario desmantela­do por el ‘Programa de limpieza de los barrios bajos’ –«me recordaba a las ciudades alemanas bombardead­as por los aliados en la Segunda Guerra Mundial»–, la cultura de la clase trabajador­a y la falta de educación. «Quería rescatar el viaje de un niño de clase trabajador­a que, desde un entorno casi nulo, sin una educación clara, se convirtió en una persona creativa. De eso va realmente este libro», advierte.

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// ABC Bobby Gillespie tiene 59 años

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