ABC (Andalucía)

El polvo también es un arte «

Entraba la afición vestida de domingo y salía como un peón de ‘Pepe Gotera y Otilio’. «El estado de Las Ventas es lamentable», denunció la Asociación el Toro. «¡No vamos a ganar para lavadoras!», se quejó una voz en los bajos del 3

- ROSARIO PÉREZ

No digáis que estoy en el hospital, que no me llaman para San Isidro», insistía Pedro Cano, el almohadill­ero de los tendidos de clavel, a sus hijos. Pero nadie descolgó el teléfono. La cobertura no llegaba hasta la barrera que hoy ocupa Pedro, conocido como El Cordobés por su pasión por Manuel Benítez. Por ver actuar al primer torero que cobró un millón de pesetas empeñó el colchón. Como lo hubiese hecho, si hiciera falta, por ver el regreso de Talavante a Madrid. Pero su móvil no da señal. Está apagado. La pandemia se lo llevó el día del padre del año Covid. En su memoria, como en la de tantos aficionado­s, se guardó en el estreno de San Isidro un respetuoso minuto de silencio. En los pasillos, los chavales que pasaban la bayeta a los cojines –como en los bajos del 2 Alba– hablaban de Miguel, otro de los maestros en el arte de limpiar almohadill­as, que segurament­e sean de las pocas cosas que brillan en la plaza. Algunas, claro, porque las hay de los tiempos en los que lo más moderno en mensajería eran las palomas.

De domingo llegaba la gente vestida y se marchaba de peón de albañilerí­a de ‘Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio’. «Cuánta suciedad. Qué barbaridad, póngalo usted en el ABC», nos pidió una señora cuyo bolso de piel chocolate se había teñido de grisáceo. Escrito queda. «¿Pero es que no hay servicio de limpieza? No vamos a ganar para lavadoras. Mire el chaleco de mi marido», añadió. Nadie diría que aquella prenda era una hora antes azul marino. María, en sol y sombra del 3, limpiaba con una toallita y gel hidroalcoh­ólico su localidad mientras aparecía en el ruedo Saltacance­las, hermano de un famoso cáreno premiado en Francia. Mucho monumento BIC, pero a la hora de la verdad, como denunció la Asociación el Toro, nadie pone el cascabel al gato por el «lamentable estado» del coso número uno del mundo: la vegetación se ha apoderado de algunos asientos y alguno ya se plantea regar las plantas. Un Retiro en Las Ventas, el parque en el que Sebastián Castella anuncia hoy una sorpresa: rumores de reaparició­n. Por no hablar de los solados, las cerámicas, las luces y los guardavivo­s deteriorad­os. O esos números que se caen y no hay mano que reponga. «Exigimos las actuacione­s de subsanació­n correspond­ientes», subrayaron desde el foro que preside Roberto García Yuste. «Está la plaza muy cochina», comentaba con su acento colombiano Emilia Posada, una de las empresaria­s de Puente Piedra. Eran algunas de las voces del ‘VAR’, un ‘VAR’ del tendido que vuelve por San Isidro como ha vuelto la feria a la normalidad.

«Comienza nuestro crucero taurino», apuntó François Zumbiehl. Y en su buque se embarcaron los abonados con la casta santacolom­eña de Los Maños.

La Monumental volvía a la vida. Y con ella su división de opiniones, sus alegrías y sus mosqueos. «¡Picador, qué malo eres!», se oyó en el tercio de Antonio Rafael. La madre de todas las frases no podía faltar. «Que pongan el ‘VAR’ para ver si ha pisado la raya y que lo sancionen», comentó David con sorna. Ninguna guasa fue la petición de un espectador: «¡Música, maestro!», retumbó mientras Arturo Gilio faenaba con decisión en el quinto. Aplaudía aquella entrega José María Michavila desde su sitio preferente cuando, en un natural, el pitón atravesó la media rosa. Quiso seguir el valiente mexicano, pero apenas podía mantenerse en pie. Solo mirar la escena dolía. La sangre corría un día más en San Isidro, el del reencuentr­o y la ausencia. La que no faltó fue la suciedad, con sus moléculas acumuladas y un niño pintando redondeles con el dedo como pincel. El polvo también es un arte.

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Durante la faena al quito, Arturo Gilio sufrió «una cornada con orificio de entrada en la cara posterior interna de la pierna izquierda, con una trayectori­a de 25 centímetro­s, que produce destrozos en tejido celular subcutáneo y presenta orificio de salida en la cara posterior de dicha pierna. Pronóstico grave».
// EFE CORNADA GRAVE DE 25 CENTÍMETRO­S Durante la faena al quito, Arturo Gilio sufrió «una cornada con orificio de entrada en la cara posterior interna de la pierna izquierda, con una trayectori­a de 25 centímetro­s, que produce destrozos en tejido celular subcutáneo y presenta orificio de salida en la cara posterior de dicha pierna. Pronóstico grave».
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