El poder del silencio
Un mayor esfuerzo de circunspección no vendría mal en la guerra de Putin contra Ucrania
Loose Lips Sink Ships» (los bocazas hunden « barcos), advertía un icónico póster de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial para concienciar sobre el patriótico deber de discreción en tiempos de confrontación bélica. La incontinencia verbal que ofrece ventajas al enemigo puede resultar terriblemente costosa. No importa si estamos hablando de los años cuarenta o de la guerra de Putin contra Ucrania.
En el nuevo ritual diplomático que supone el peregrinaje hasta Kiev para presumir de solidaridad con Ucrania, no faltan los líderes afligidos por una peligrosa exuberancia irracional y que se entregan al postureo con información confidencial. Estos dirigentes tan irresponsablemente locuaces se olvidan de que menos es más, sobre todo con los ‘ruskies’ a la vuelta de la esquina.
Toda esta inoportuna grandilocuencia bien puede estar relacionada con el paradójico mundo al revés que nos ha tocado vivir. Mientras Volodímir Zelenski fue un actor que utilizó su estatus de celebridad para convertirse en un estadista, la política occidental está plagada de personas que actúan como estadistas para acabar convirtiéndose en celebridades.
Entre toda esta quinta columna de indiscretos, el Gobierno de Estados Unidos ha destacado por su extrema necesidad de «shut the fuck up» durante estos casi tres meses de invasión. Empezando por su presidente bocachancla, se ha llegado a hablar sin tapujos de cambio de régimen en el Kremlin y de que el objetivo a largo plazo era debilitar a Rusia para que no volviera a ser una amenaza para sus vecinos.
Ante el mal ejemplo de la Casa Blanca, el colmo de este troloró corresponde a los servicios de Inteligencia americanos dedicados a presumir de su extraordinaria ayuda para hundir barcos de la Armada de Vladímir Putin en el mar Negro y hacer del rango de general ruso una profesión de altísimo riesgo. Sin reparar en que están arriesgando una escalada impredecible o una guerra para siempre, los pobrecitos habladores se olvidan de que en un mundo tan ruidoso hay poder en permanecer callados.