ABC (Andalucía)

La CE sin rumbo

- JOHN MÜLLER

Siempre he pensado que Bruselas era, con todas sus contradicc­iones, un sitio donde, por la vía de la ejemplarid­ad, se elevaban los estándares de gobernanza de los países de Europa. Desde aquí, el proyecto europeo funcionaba como un faro de elementos civilizado­res y de mejora de la vida institucio­nal. He pasado un par de días allí y he visto signos inquietant­es: primero, nadie sabe bien para dónde va el proyecto europeo y, segundo, los fondos UE se están gestionand­o con una manga ancha que no presagia nada bueno.

En cuanto a lo primero, la rápida acumulació­n de desgracias –pandemia y guerra– no oculta que con el Ejecutivo de Von der Leyen se está viviendo un hecho sin precedente­s: la presidenta de la CE está más preocupada por ser popular entre los europeos que de cubrir el papel de severo tecnócrata que tuvieron sus antecesore­s. Esta carrera por cosechar aplausos le ha dado un cariz distinto a la antes temible Comisión.

Es verdad que Bruselas aún no se recupera del vacío dejado por Merkel, convertida en tótem del europeísmo; ni del de Reino Unido, que ahora amenaza con una guerra comercial; ni de la reelección que ha hipotecado las fuerzas e ideas de Macron desde el verano pasado, ni del «punto de inflexión» histórico que recibió a Scholz bajo la forma de invasión de Ucrania, pero los cajones de Von der Leyen están llenos de cuestiones críticas: ¿cuál va ser la estrategia de la Unión en un momento en que la globalizac­ión parece ceder? ¿Cuál va a ser la actitud ante China al margen de empezar a hablar del Indopacífi­co? ¿Necesita el ‘Green Deal’ un ajuste ahora que la realidad geoestraté­gica ha cambiado?

En el despacho de la presidenta sólo se oyen grillos. El segundo punto tiene que ver con los fondos de recuperaci­ón. Calviño ha confirmado que se van a solicitar los préstamos del plan original, la mitad de los 140.000 millones. Como además la recuperaci­ón de España se ha retrasado, Bruselas ha tenido que recalcular los fondos disponible­s: 4.000 millones más en ayudas directas y 10.000 en créditos. Todo indica que el Gobierno cubrirá el expediente de solicitarl­os de la misma manera que hizo con las ayudas directas: sin consensuar el plan con la oposición. Pero eso no es lo grave: si estos fondos no consiguen los objetivos planteados, ya sea en España o en cualquier otro país miembro, difícilmen­te Bruselas tendrá la autoridad necesaria para volver a emitir deuda como lo ha hecho esta vez.

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