Yago García, el estudiante que ‘reabrió’ el caso de Helena Jubany
► Primero con su trabajo final de carrera, y ahora con un libro, este periodista destapa las claves del asesinato de la joven de Sentmenat, a quien arrojaron aún con vida desde la azotea de un edificio de Sabadell en diciembre de 2001
Investigación García revisó el ordenador de la víctima y encontró indicios que habían pasado inadvertidos, hasta entonces, para la Policía
Un artículo sobre diez crímenes sin resolver llevó a dos periodistas en ciernes a escoger uno de ellos para su trabajo final de carrera. Entonces habían pasado ya 15 años del asesinato de Helena Jubany, pero Yago García (Barcelona, 1995) nunca había oído hablar de ella, a pesar de estudiar en la misma universidad, la Autónoma de Barcelona. Este detalle llamó su atención y, a pesar de que nunca tuvo –ni tiene– especial interés en la crónica negra, sin pretenderlo, acabó encontrando nuevos indicios en el ordenador de la joven de Sentmenat. Pistas a las que no accedió la Policía, «pese a que solo hacía falta tener ojos en la cara para encontrarlas», señala. La parte ‘no visible’ la reveló un perito informático y así fue como la familia llegó a un correo electrónico cuyo contenido guardaba similitudes con los anónimos que Helena recibió semanas antes del asesinato. Por este indicio acabó imputado, un día antes de la prescripción del delito, en diciembre de 2021, Xavier Jiménez. Tres meses más tarde, una caligráfica demostró que éste fue autor de gran parte de los textos que enviaron a la víctima junto a dos bebidas adulteradas con el mismo sedante con la que la drogaron antes de matarla.
«No teníamos un interés especial por el caso. No lo conocíamos, solo teníamos claro que queríamos dedicarnos al periodismo literario y nos faltaba la historia», rememora. Su trabajo se saldó con un 9,5 y, años después, con una investigación más exhaustiva, y ya en solitario, en ‘¿Quién mató a Helena Jubany?’ (RBA, 2022), García recoge otro error que «lastró» las pesquisas. El del registro del piso de una de las sospechosas: Montse Careta, que vivía en el edificio desde cuya azotea arrojaron a la víctima al vacío, sedada, pero aún con vida. El día de la detención de ésta «tienen allí sin vigilancia, durante siete horas, al que luego será también imputado (Santi Laiglesia, pareja de Careta) y allí aparecen todas las pruebas que la incriminan a ella», recuerda el ahora periodista literario. Montse se suicidó dos meses después de ingresar en prisión provisional y García apunta que «una de las pocas certezas de este caso es que ella también fue una víctima, supiera o no quiénes mataron a Helena». «La relación que tenía Careta con su pareja era abusiva. Su familia veía que era un caso clarísimo de violencia de género. Al final lo que aflora es una segunda tragedia», explica el periodista.
El caso se sobreseyó en 2005 y desde entonces y hasta que Yago decidió sumergirse en él «estaba totalmente olvidado». Solo para los focos, porque ambas familias, los Jubany y los Careta, no dejaron de investigar. Respecto a la ausencia de culpables, García desmonta cualquier teoría de la conspiración que apunte al presunto poder de la pareja de Montse. «No se le procesó en su momento por puro machismo. El juez la mandó a ella a prisión, cuando los dos eran sospechosos». Así, apunta que es más sencillo de procesar que detrás se encuentre una mano negra que no que un «feminicidio siga impune 21 años después».