OTAN, de entrada no
Hombre de paz, Zapatero se alinea contra la Alianza Atlántica y aboga por frenar el militarismo
No es casual que José Luis Rodríguez Zapatero y Recep Tayyip Erdogan aparezcan en los anales como promotores de aquella Alianza de Civilizaciones que en 2004 lanzaron como negativo de la guerra contra el islamismo declarada por Estados Unidos y sus aliados más fiables, chiringuito ‘hippie’, de la rama antimperialista, del que todavía sigue cobrando Miguel Ángel Moratinos. Estaba tardando Erdogan en decir algo sobre el ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN –«Escandinavia es un hostal para el terrorismo», soltó ayer el presidente turco, que viene a ser a la Alianza Atlántica lo que Viktor Orbán a la UE–, y también estaba tardando Zapatero en referirse a la ofensiva del mundo libre contra el totalitarismo del Kremlin, liderado por un G-7 que también ayer aseguró que apoyará a Ucrania «hasta la victoria», ahora con un paquete adicional de ayuda militar de 500 millones de euros. Dice el expresidente del Gobierno, de misión pastoral por Iberoamérica, que le está quedando preciosa, que la solución pasa por «poner freno al militarismo». Al contrario que Suecia o Finlandia, mecidas por el viento del oportunismo, el ideólogo de la retirada de España de Irak siempre tuvo claro que la OTAN era un obstáculo para su alianza civilizadora. De ahí no se mueve, como cuando le ponen delante la bandera de Estados Unidos. No se inmuta.
Tampoco olvida lo mucho que ha hecho Vladímir Putin por apuntalar las nuevas democracias que surgen allí donde pone el pie.
Para eso sí se levanta. Entre uno y otro, les está quedando un continente precioso, por civilizado y por aliado.