Aterriza como puedas
Los bancos centrales están en lo más difícil todavía de desandar el camino andado: hay que devolver el genio a su lámpara. Tras un periodo largo de políticas extraordinarias, el fuerte repunte de la inflación les ha devuelto a la realidad. La credibilidad es el principal atributo de un banco central y no la pueden poner en riesgo. Así las cosas, la pregunta del millón es si pueden controlar los precios sin meter a la economía en recesión, lo que en el argot se llama aterrizaje suave. Todo pasa por que a los banqueros centrales no se les vaya la mano, y hay indicios que nos permiten ser relativamente optimistas.
El as en la manga es que probablemente lo peor de la inflación está por detrás. Salvo catástrofe –y sí, me he abonado a esta advertencia últimamente–, solo por el efecto base los precios deberían reconducirse en los próximos meses. La clave es el precio del petróleo. Si esto es así, a medida que avance el año la presión sobre la autoridad monetaria debería disminuir.
Otra razón para el optimismo es que el pensamiento de los responsables de las políticas monetarias ha evolucionado mucho –a fuerza ahorcan– los últimos años. Y saben que probablemente la mejor política monetaria es la que no se tiene que hacer. El último ejemplo es el anuncio del italiano anticipando que el BCE va a impulsar medidas para evitar la fragmentación del mercado. Saben que uno de los principales riesgos de la progresiva normalización de la política monetaria es que se dispare la prima de riesgo de los países periféricos. Lo mejor para que el mercado no te eche un pulso es saber que en Frankfurt tienen las herramientas para evitar que la
sangre llegue al río. Se ha aprendido mucho en los últimos años como para embarcarnos de nuevo en debates estériles sobre la idoneidad de según que políticas. La ortodoxia mal entendida como coartada de malas políticas es cosa del pasado.
Por lo tanto, la menor presión de los precios de la energía a medida que avance el año, una caja de política monetarias con muchas más herramientas y unos banqueros liberados de corsés hacen que un Volcker sea muy poco probable. No va a ser necesario meter la economía mundial en una profunda recesión para reconducir los precios. La situación no es ni remotamente comparable. Esta vez la cosa se puede reconducir sin que nos dejemos muchos jirones por el camino.