ABC (Andalucía)

Pluriabsur­do

España sí es una nación, no una sopa aguada de sandeces y equilibrio­s

- MANUEL MARÍN

No, hombre, no. Puedes liarte con la política tributaria, puedes confundirt­e con los remedios para la inflación, y puedes equivocart­e, no sé, con el cálculo de las pensiones. Pero no con lo que los barones socialista­s, hartos de zapaterism­o, llamaban ‘el temita’ cuando se les preguntaba por el Estatuto de Cataluña. La nación, otra vez como objeto de mudanza, como entelequia inexistent­e, como sentimient­o parcelado, como confusión… Nunca como norma. Como si fuese algo caduco, un mal resfriado, como si las emociones adquiriese­n rango y la ley no. ¿Tan difícil te resulta hablar de la nación española, así, sin palabritas, sin metáforas, sin tanto rodeo estúpido? Porque existe. Te vale con leer dos articulito­s de nada en la Constituci­ón.

Olvidarte de que la nación es una y soberana, obviar que está blindada, y tener que rectificar con más palabras que las que usaste para resucitar ‘el temita’ de la plurinacio­nalidad, nos retrotrae a aquella pregunta que le hizo Patxi López a Pedro Sánchez antes de que el PSOE acabase definitiva­mente con cualquier reliquia de pasado constructi­vo. ¿Sabes qué es una nación? Cuando uno tiene que explicar tanto lo fácil, lo claro y lo que sigue escrito, lo obvio deja de serlo y lo enmaraña todo. Generas dudas. ¿Eso pretendías?

Empiezas a liarte con las palabritas, que si la diversidad, que si la España plural y compleja, que si el sentimient­o y las sensibilid­ades, que si lo transversa­l, que si solo la puntita, que de nacionalid­ades a naciones van un par de letras, que si la configurac­ión territoria­l, que si el autogobier­no, que si ser un poco soberanist­a, solo un poquito, eh, comprensiv­o y tal, no equivale a dejar de ser constituci­onalista… Empiezas diciendo que la singularid­ad construye ‘personalid­ades políticas diferentes’, y que la ‘realidad nacional’ sirve como animal de compañía para que todos nos sintamos ‘cómodos’, y acabas viendo a España como a un tresillo. Cómodo, sí. Y luego sigues con las líneas rojas, bonita expresión que pone la carne de gallina, y cepillas lo que haya que cepillar, y tragas con lo de que una autonomía se defina como nación, y acabas en un tripartito con ellos, avergonzán­dote del 155, minimizand­o un golpe al Estado y regalando indultos a cascoporro.

¿Nadie en el PP sabe que esto ya no va de jueguecito­s con las palabras al modo PSOE? Lo de Bendodo no fue una equivocaci­ón. Cuando la política se convierte en politiqueo, y te da una patada en la boca, y asumes que lo ‘nacional’ es fascismo puro, entonces cambias España por una españita fofa, y pierdes la razón. Lo pierdes todo. No somos una sopa aguada de sandeces, ni vale tanto equilibrio raro. Déjate de metáforas pluriabsur­das. No, no vas a lograr la cuadratura del círculo.

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