Hombres con hombres
El estigma de los 80 no debe repetirse, y tampoco parece probable
HACE unas semanas, cuando salió la noticia de un asesino de gais en Bilbao, un medio, creo que la SER, llevó a un experto (sería la SER) para explicar que el presunto asesino no era homófobo. Para serlo, se tenía que plasmar el odio en la escena del crimen. No era suficiente el cadáver. Gritar ‘maricón el último’ es homófobo, matar diez gais puede no serlo. Es verdad que al presunto asesino los homosexuales le cogían más a mano, pero, si no odio, como mínimo mostraba poca consideración con el colectivo.
A ese ‘asesino de gais no homófobo’ recuerda la viruela del mono, que al parecer está afectando a gais sin tener nada que ver con gais. El director del sistema de salud de Londres alertó a hombres homo y bisexuales, y en Madrid ya se ha hablado de una sauna gay como foco del virus. Sin embargo, en algunos medios solo aparece ‘sauna’, sin especificar, o se omite directamente la sexualidad de los primeros afectados. Se trata de evitar estigmatizar, aunque suponemos que las autoridades que alertaron solo pretendían proteger. Como sea, se elude hablar de homosexuales y se sustituye por ‘hombres que tienen sexo con hombres’ (HSH). Es una categoría que se utiliza en epidemiología porque las identidades habituales resultan poco útiles: un gay reconocido puede practicar la abstinencia, y un autodefinido heterosexual yacer con medio Madrid. De esta forma, las identidades colectivas desaparecen. Al Lgtbiq se le van cayendo letras, hasta la g de gay, quedándonos con el ‘hombre que conoce hombre’, el HSH. Y esto se parece mucho a ciertas perspectivas libres de la sexualidad, anteriores a los colectivos: el ‘acto gay’ de Gore Vidal, el ‘darse un pipazo con la amiga’ de Lola Flores o el fabuloso monólogo de Al Pacino haciendo de Roy Cohn en ‘Angels in America’: «Roy Cohn no es homosexual, Roy Cohn es un heterosexual que folla con hombres». Sostenía que palabras como ‘gay’ no dicen nada sobre sexo, sino sobre poder. En los años 80, gay era alguien sin influencia, y él no admitía serlo.
Es curioso que ahora, al hablar de relaciones sexuales entre hombres, ‘gay’ de repente vuelva a no significar nada y lo operativo (y lo liberador) sea el HSH.
Hay otras formas de evitar decir ‘gay’. Cleo Manago, un activista que quería librar a la comunidad homosexual negra de conceptos blancos y eurocéntricos, inventó ‘Amante del Mismo Género’ (AMG). Puede que la viruela del mono se haya propagado en un encuentro entre un ‘Amante del Mismo Género’ africano y un ‘Hombre que se acuesta con Hombres’ europeo, ¡ninguno de los dos sería gay! Las categorías colectivas de repente se baten en retirada y solo hay hombres, individuos varones.
El estigma de los 80 no debe repetirse, y tampoco parece probable. ‘Poder’ es poder usar una palabra y también no usarla. Cuando salen noticias de curas pederastas, por ejemplo, nunca hay homosexualidad. Hay un menor y un cura, pero no un gay. A veces solo hay hombres, hombres con sotana, hombres entre sí...